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Editorial. Bolaños

Editorial. Bolaños

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Bolaños en el teatro de las marionetas

Pocas veces un político se ha convertido de manera tan rápida y tan certera en su propia caricatura. Hay políticos que crean para sí mismos un personaje que, a su vez, acaba devorando a la persona que fueron, y ahí termina toda su posibilidad evolutiva o de desarrollo. El personaje mata a la persona y llega el fin político de ambos. Es cuestión de tiempo.

Si todavía existieran lo añorados muñecos del guiñol televisivo, aquellos del extinto Canal+, el de Bolaños sería sin duda uno de sus mayores hallazgos. En realidad, no hace falta. Félix Bolaños se ha convertido ya en  un muñeco de guiñol, su propia marioneta. Hay dos Bolaños, el que maneja su propia marioneta para adocenar al común, y el que sale como marioneta que es el actual ministro de la presidencia. No hay bilocación (porque, siendo tan burdo y tan escaso, no puede haber milagro), hay dualidad, o sea desdoblamiento de la personalidad. Un Dr. Jeckly, que cuando llega de noche a casa se lamenta y dice joder joder lo que estamos haciendo, y un Mr. Hyde que se levanta cada mañana dispuesto hacer, espídico y renovado, lo que haga falta con tal de mantener al señorito en la silla.

Los títeres se pueden manejar, como sabe cualquiera que haya frecuentado El Retiro de Madrid con los niños, de cuatro maneras: desde abajo (con un guante, el dedo o una varilla), desde arriba (hilos que salen de una cruceta de madera), desde atrás (títeres sobre mesa y de sombras) y desde dentro (títeres de máscara o títeres habitados en los que el titiritero se convierte en su propia marioneta. ¿En que modelo encaja el ministro de la presidencia? ¿Desde donde se maneja la marioneta de Bolaños? Es cuestión que iremos dilucidando con un poco de tiempo. Por ahora, nos decantamos por un sistema mixto, extraordinariamente complejo y singular, en el que Bolaños ha inventado un sistema total de teatro de marionetas: por un lado, se maneja desde dentro habitando su propio títere; por otro lado, es el perfecto títere  manejado desde arriba y cuya cruceta mueve Pedro Sánchez (ya titerizado también) con sonrisa hierática y a medio camino entre la risa y el terror; pero además la marioneta Bolaños es manejada desde atrás, sombras de Bildu y Junts, y finalmente es manejado también desde abajo, con la varilla discreta y fraternal de unos amigos de antaño.

Felix Bolaños. Teatro de guiñol. (Las marionetas siempre nos dieron un poco de miedo).

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