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Editorial. Diagnosticar el Frente Popular

Editorial. Diagnosticar el Frente Popular

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El Frente Popular ha alterado el sistema de partidos

Un mal diagnóstico hace imposible un tratamiento adecuado. Y ese sea quizás uno de los problemas de la política en España.

Muchos siguen pensando que nuestro sistema político consiste en un bipartidismo imperfecto que se articula en torno al eje de dos grandes partidos principales, el PSOE y el PP, y a otros partidos auxiliares con los que aquellos pueden pactar acuerdos de legislatura más o menos estables.

El análisis fue válido hasta que llegó a España lo que se ha llamado impropiamente “gobierno de coalición”, que es en realidad un Frente Popular en toda regla y ha trastocado el sistema político. El resultado electoral último –errores de todos al margen- es la primera consecuencia de ese cambio de modelo.

Un gobierno de coalición suele estar integrado por partidos, incluso de ideologías diferentes, que llegan a pactos por cuestiones coyunturales y pragmáticas, como la estabilidad del sistema político o la necesidad de tomar medidas para salir de una crisis (el modelo que siempre se cita es el de la gran coalición de Alemania), pero los partidos coaligados comparten el sistema constitucional y no comparten un proyecto ideológico.

Sin embargo, un Frente Popular es algo distinto: es un acuerdo ideológico de fondo entre el conjunto de la izquierda y la totalidad del separatismo, y se constituye no solo para compartir el poder sino sobre todo para cambiar el modelo constitucional y expulsar  del sistema político al centro y a la derecha.

En ese sentido, un gobierno de coalición es un mecanismo de integración política que apuesta por consolidar el sistema, mientras que el Frente Popular es un mecanismo de expulsión cuyo objetivo es la sustitución del sistema político. Son justo lo contrario.

En España no vivimos ni un gobierno de coalición ni un bipartidismo imperfecto sino un sistema de Frente Popular que ha unido a toda la izquierda y al separatismo para poner fin al régimen constitucional y sustituir la monarquía parlamentaria por una república federal de corte popular-populista.

Es más, puede decirse que el Frente Popular tiene precisamente como objetivo sustituir el bipartidismo –que consiste en la alternancia política derecha-izquierda dentro de un marco constitucional estable- por la hegemonía política de la izquierda y el separatismo mediante un cambio de régimen.

Si no se diagnostica bien el cambio de modelo, será muy difícil que las fuerzas que no están en el Frente Popular, como PP y Vox (además de los partidos regionalistas como CC, UPN y otros)  puedan volver a ganar las elecciones. A un Frente Popular no se le puede combatir tácticamente, sino con una estrategia de fondo a largo plazo que además sea compartida.

Si el centro y la derecha quieren sobrevivir a ese escenario tendrán que encontrar y formular el mínimo común denominador de dos proyectos políticos con capacidad para confluir en lo esencial. ¿Cómo lograrlo? El primer requisito es la generosidad y la buena fe.

La mayor anomalía política que ahora vive España es que el Frente Popular tiene –y comparte- un proyecto político, en el que luego, cada uno de sus componentes, mantiene sus peculiaridades, matices, acentos y pretensiones. ¿Ocurre lo mismo en la bancada opuesta?  Aquí está el problema.

El bulletin

Del ToroTv

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