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Editorial. El final de la cuenta atrás

Editorial. El final de la cuenta atrás

El castillo de naipes de Pedro Sánchez comienza a caer

Ahora sí. Pedro Sánchez no tiene salida. El final de la cuenta atrás ha comenzado y todo, en la caída, se le va complicar y a agravar. Su desprestigio en Europa llegó cuando sus socios comunitarios descubrieron que su gobierno se sostiene gracias al pacto que mantiene con los hombres de Putin en Cataluña, a los que además quiere amnistiar pese a haber cometido graves delitos de corrupción.

Esos mismos países europeos contemplan con estupor cómo el PSOE, con la declaración del estado de alarma, no hizo otra cosa que crear, al albur de la pandemia, un paraguas para la corrupción institucionalizada: contratos multimillonarios a dedo y tramas de comisionistas que, bien compraban mascarillas, bien “rescataban” empresas privadas, bien hacían negocios de otro tipo que irán saliendo para estupor de (eso que llaman ahora con horrible expresión) “la ciudadanía en general”.

El Tribunal Supremo abre una causa por terrorismo contra Puigdemont y además de enviar una señal de firmeza a las institucionales nacionales y europeas, introduce otra dificultad más para que el pacto de los siente votos a cambio de una amnistía tenga continuidad.

Ismael Serrano, instructor del caso Koldo en la Audiencia Nacional, ya ubica a Ábalos en la trama, como intermediario. ¿Hasta cuando podrá retener la causa sin tener que elevarla al Tribunal Supremo para que éste impute al diputado del grupo mixto y, posiblemente, a otros del grupo socialista? ¿Cuánto tardaría en imputar a algún ministro o a la mismísima Armengol?

La calle Ferraz es estos días un hervidero de rumores, temores, desconfianzas, silencios y tensiones. Los hombres de Ábalos miran con recelo a los de Santos Cerdán que a su vez ven peligrar su puesto de trabajo si Pedro Sánchez deja caer a su jefe. La nueva portavoz es un desastre y ese partido se ha convertido en una jaula de grillos, grupúsculos y venganzas.

La guerra abierta por el gobierno y su presidente contra el Poder Judicial no le beneficia nada. Las acusaciones de lawfare y el señalamiento de jueces de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo a cuenta de la amnistía, tampoco. Su confesada estrategia para tomar al asalto el CGPJ tras haber tomado el Tribunal Constitucional, tampoco le favorece.

Pedro Sánchez, inconsciente de lo que tiene encima, parece haber optado por la estrategia de pergar una patada hacia adelante al balón, es decir, que la instrucción continúe en la Audiencia Nacional hasta la convocatoria de las elecciones generales para evitar así la imputación de otros diputados, ministros o autoridades socialistas.

No hay nada como hacer planes para que no se cumplan.

La pregunta es, no solo si el juez Ismael Serrano comparte esa intención, sino si el curso de las investigaciones, de las filtraciones cruzadas y de las venganzas en dinámica de acción- reacción, permitirán que no afloren corruptelas (más todavía) que impliquen directamente al gobierno del Pedro Sánchez y a su grupo parlamentario. No parece fácil, tal y como se van sucediendo los acontecimientos.

Mientras tanto el mundo rural se levanta (con razón) porque ya ha colapsado, el gobierno abandona ignominiosamente a la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico, la cesta de la compra se convierte en arte malabar y artículo de lujo para las familias españolas y la precarización del empleo se extiende como una mancha de aceite entre las clases medias que este gobierno ha proletarizado a una velocidad sin precedentes.

Las elecciones europeas serán un desastre para Pedro Sánchez. Las elecciones vascas relegarán al PSOE a un lugar de comparsa del PNV o de Bildu. Si en Cataluña Pere Aragonés decide adelantar las elecciones autonómicas, el candidato Illa, muy tocado por el tema de las mascarillas, cosechará un duro castigo electoral a favor de ERC.

¿Hasta cuanto podrá aguantar Pedro Sánchez?

El bulletin

Del ToroTv

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