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Editorial. Go woke, go broke: Disney prescinde de su directora de “diversidad” por el fracaso de taquilla

Editorial. Go woke, go broke: Disney prescinde de su directora de “diversidad” por el fracaso de taquilla

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La diversidad obligatoria se estrella contra el público

Latondra Newton, responsable de diversidad de Disney, ha sido “dimitida del cargo” tras los dos últimos fracasos de su agenda woke.

Empeñada en imponer la llamada ‘diversidad de género y de raza’ en las producciones Disney, y en obligar a los niños a comulgar con ruedas de molino LGTBI, la directiva no dudó en desnaturalizar y en manipular las historias infantiles que llevaron a la productora a la cima. El resultado ha sido –afortunadamente- llevar a la compañía a estrepitosos fracasos de público y de recaudación.

A los pequeños no les gusta este Disney manipulador y siniestro, no les interesa nada el activismo insoportable  del género, el retorcimiento de la teoría de la raza, el terror climático o el esperpento lgtbista, que les generan un íntimo y espontáneo rechazo.

La nueva versión woke de “La Sirenita«, que por primera vez en su historia ha sido interpretada por una actriz negra, fue estrenada el mes pasado y encarnada por Halle Bailey en el papel de la princesa Ariel. La película necesitaba recaudar más de 560 millones de dólares para alcanzar su umbral de producción y comercialización, pero al parecer se ha quedado 100 millones por debajo de la recaudación necesaria para cubrir gastos.

A este fracaso le siguió otro aún más sonado: el estreno catastrófico de Elemental, de Disney Pixar, que presenta a un personaje «no binario» que utiliza pronombres «no sexistas» como «ellos» en lugar de «él» o «ella». La producción, en la que también aparecen personajes que «abordan» el racismo y la xenofobia, ha tenido uno de los peores debuts en taquilla de la historia para una película de Pixar.

No es la primera vez que los acérrimos woke arruinan un negocio. Alissa Heinerscheid se hizo famosa por destruir Bud Light, la cerveza más vendida de Estados Unidos, que perdió 5.000 millones de dólares por vincular la marca movimiento trans.  

Dicen que, sociológicamente, primero se retiran los consumidores y después lo hacen los electores. No es mala señal.

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