Para qué unas elecciones
Corre estos días por las redes sociales un meme con dos imágenes contiguas: en una de ellas aparece Julio Iglesias junto a su avión privado, y en otra Pedro Sánchez bajándose del Falcón. Bajo la doble foto, figura un titular que reza: “Cuando llegue julio, se va Pedro”.
Más allá del ingenioso juego de palabras –y de que Dios quiera que el 23 de julio los españoles bajemos a Pedro Sánchez de nuestro Falcón– la pregunta es si cuando marche el peor presidente de los últimos 200 años (sí, sí, hay que llegar hasta Fernando VII para encontrar algo semejante) y se produzca el esperado cambio de gobierno, la vida seguirá siendo igual para los españoles o empezará a cambiar en cosas esenciales.
Por ejemplo:
¿Qué pasará con la vida de los menores, hoy desprotegidos ante las atrocidades de la ley trans. que permite, entre otras cosas, su mutilación genital y su manipulación hormonal con efectos irreversibles?
¿Qué pasara con el sistema tributario más confiscatorio e injusto de Europa (sí, de Europa) que está destruyendo sin piedad a la clase media y dificulta hasta la extenuación la viabilidad de la pequeña empresa?
¿Qué pasará con la hipetrofia funcionarial, legislativa, orgánica y burocrática de nuestro “maravilloso” Estado Autonómico (17 CCAA, 8.131 ayuntamientos, más de 1.100 mancomunidades de municipios, 41 diputaciones provinciales más 7 cabildos insulares, todos ellos con sus correspondientes entidades, empresas y fundaciones públicas) que devora sin recato las arcas nacionales nutridas con nuestros impuestos?
¿Qué ocurrirá con los cien mil abortos que se practican todos los años en nuestro país?
¿Qué será de la legislación de “Memoria Democrática” o de “Memoria Histórica” y de su imposición ideológica y totalitaria del pasado?
¿Qué pasará con el capitalismo de amiguetes? ¿Seguirán –siempre los mismos- haciendo pingües negocios a costa del erario público y del B.O.E.?
¿Seguirá esa repugnante connivencia entre el poder político y el statu quo mediático que ha convertido al viejo cuarto poder en nuevo siervo de la gleba?
¿Continuará la fiscalía general de estado al servicio del gobernante de turno y le seguirá haciendo el trabajo sucio de eliminar adversarios?
¿Seguirá el Poder Judicial mediatizado por los partidos políticos y los grandes poderes económicos? (Ay, la doctrina Botin).
¿Será el Tribunal Constitucional, al fin, un tribunal de garantías, pero no para el gobierno y sus entramados de poder sino para los españoles?
¿Volverá a tener España una política exterior diga de tal nombre?
¿Volveremos a ser una democracia real, con pesos y contrapesos, con elementos limitadores del poder, con estado de derecho, con libertades individuales, con derechos fundamentales suficientemente protegidos?
To Be or not to Be. That is the question.
Y sí: hay que bajar a Pedro Sánchez de nuestro Falcón. Pero también hay que empezar a pilotar de otra manera.