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Editorial. Las poderosas razones de la investidura de Sánchez

Editorial. Las poderosas razones de la investidura de Sánchez
El presidente del Gobierno en funciones y diputado socialista, Pedro Sánchez , abandona el hemiciclo al final de la sesión constitutiva del Congreso de las Cortes Generales de la XV Legislatura, este jueves en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

Armengol + Chivite = Puigdemont

Si alguien traza una línea geográfico-política (que además es histórica) de Baleares al País Vasco pasando por Cataluña y Navarra, encontrará algunas similitudes políticas que desvelan una estrategia conjunta. Esta estrategia surge de un proyecto político muy de fondo, que solo puede ser culminado mediante la firme determinación de un Frente Popular.

El proyecto es desmantelar el sistema constitucional vigente y sustituirlo por una república confederal asimétrica (esa expresión ya fue utilizada por Rodríguez Zapatero y asumida por Pedro Sánchez). República: fin de la monarquía parlamentaria (y de la dinastía Borbón). Confederal: fin de la nación española (y de la soberanía nacional). Asimétrica: Tres grandes estados nacionales, Países Catalanes, Euskadi y Galicia, confederados con lo que quede en pie de la España autonómica.

Las razones del PSOE

¿Por qué razón iba el PSOE a sumarse a semejante proyecto? Se nos antojan dos razones: porque es el único proyecto en el que el PSOE pude sobrevivir y gobernar a corto y medio plazo (sin los separatistas es electoralmente imposible que vuelva a alcanzar el poder del gobierno), y porque solo el camino hacia un sistema político de estas características puede impedir gobernar a la derecha, desorientada y dividida, durante al menos una generación (lo que tarde en asentarse el nuevo modelo político).

Si la transición a la democracia la hizo fundamentalmente la derecha española instaurando un bipartidismo imperfecto con un PSOE que necesitaba terminar con el PCE y asentarse en la sociedad española como la opción de la socialdemocracia, ahora la transición hacia la república confederal la quiere hacer la izquierda de la mano de los separatistas para excluir a la derecha y liquidar su influencia social. La izquierda sabe además que no solo hay que cambiar el sistema político para cambiar el modelo de país; hay que terminar también con el tipo de sociedad, y de ahí todas las leyes de ingeniería social que han puesto en marcha Sánchez y su gobierno de coalición (y de ahí también la incomprensible torpeza del centro derecha en asumirlas). Se trata de vasos comunicantes, porque solo cambiando el modelo social y transformando a los españoles en «la ciudadanía» y «la diversidad» (neo-términos que hay que empezar a desechar) el Frente Popular se garantiza el poder político y económico.

La izquierda está nuevamente en un claro sistema de Frente Popular, mientras la derecha, mutatis mutandis, se divide, como en 1936, sin encontrar su sitio, en dos opciones, la CEDA y Renovación Española. NO hay que hacer demasiadas similitudes porque la historia solo se repite solo de manera tendencial, pero sí se pueden obtener enseñanzas para intentar acertar.

Las puntas del iceberg

Hoy por hoy, lo que tenemos es un proceso que ya ha mostrado tres puntas de un iceberg:

1.- En Navarra, el PSOE se ha entregado a los herederos de ETA a cambio de poner en marcha un proyecto –de muy difícil culminación, pero proyecto al cabo- de incorporación de la Comunidad Foral al País Vasco. Chivite simboliza que la puesta en marcha de ese proceso es por vez primera factible.

2.- Por otro lado, la que fuera punta de lanza del catalanismo político balear, es decir de los socialistas partidarios de diluir la Comunidad Balear en unos Países Catalanes, llega la presidencia del Congreso de los Diputados (segunda autoridad del estado) porque es la socialista que mejor simboliza la transición hacia el nuevo modelo nacionalista y las aspiraciones del independentismo catalán. Armengol es una de los suyos que milita en el PSOE. No es exagerado afirmar que Sánchez ha nombrado al frente del Congreso a la persona que Puigdemont le habría pedido nombrar, y que Armengol da una confortable tranquilidad política a los separatistas de la ERC y de Junts (y en consecuencia de Bildu y del PNV).

3.- La tercera punta del Iceberg es el pacto Sánchez-Puigdemont, con amnistía, referéndum de autodeterminación, desaparición total del estado en Cataluña, imposición lingüística y condonación de la deuda. La investidura de Sánchez es la culminación de la primera fase del proyecto.

Después llegará la validación de todo eso y el consiguiente desmantelamiento jurídico del sistema político que Cándido Conde-Pumpido urdirá desde el Tribunal Constitucional.  Mal asunto, cuando el «defensor de la Constitución» se pone al frente de su destrucción. Ese será el horizonte de la nueva legislatura, al final de la cual España puede acabar como el Titánic, con Pumpido animando a la orquesta.

Que cada cual haga su propia lectura. No se trata tanto de hacer  autocrítica (que siempre puede tener gato encerrado y es además una matraca marxista) cuanto de repensar el diagnóstico político y sacar consecuencias.

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