El candidato reniega del presidente
Si el asunto no fuera dramático y Pedro Sánchez no fuera el presidente del Gobierno de España este editorial se habría titulado, con choteo, claro, como la célebre canción de Mari Trini “Yo no soy esa que tú te imaginas”. Pero el daño que Sánchez ha hecho a este país es tan profundo que preferimos dejar el humor para mejor ocasión.
La conclusión de la entrevista de Alsina a Pedro Sánchez es que el presidente no le tiene apego alguno a su propio pasado. No se respeta a sí mismo. No se reconoce. Es puro y salvaje oportunismo. Su querencia incansable a la mentira como modalidad del pensamiento es tan acusada que ya no identifica su propia realidad. Por eso, la última de las purgas que ha hecho es la de su propio pasado, la del presidente que ha sido y no puede reconocer, la del Pedro Sánchez de estos últimos cinco años (el que pactó con Bildu, gobernó con Podemos, indultó a los secesionistas, resucitó la guerra y sacó a la calle a más de mil delincuentes sexuales), que al parecer no es él, sino otro, un impostor, sin duda, fabricado por la extrema derecha y la derecha extrema y los medios de comunicación. Qué pobre.
Sanchez ha renegado ante Alsina de la ley del sólo sí es sí, olvidando que fue precisamente él quien dijo que nos encontrábamos ante la ley más avanzada de Europa en la materia.
Ha renegado de Irene Montero y de su ultrafeminismo, pero cesó a Carmen Calvo, que quiso pararle los pies con la ley trans y el borrado de las mujeres.
Ha negado sus pactos con Bildu, omitiendo que sin los legatarios de ETA él no habría sido nunca presidente del gobierno y que ha sido esa formación de siniestro marchamo la que salvó año a año sus presupuestos generales del estado, la que impulsó su ley de vivienda, la que apoyó la ley del solo sí es sí, la que logró la expulsión a la Guardia Civil de Trafico de Navarra, la coautora de la ley de Memoria Democrática, la gran aliada de ERC, de Podemos y del PSOE.
El pacto con Bildu es mucho más que unos acuerdos de legislatura: es un proyecto político de fondo, aunque Sánchez nos mienta y lo reduzca todo a mero y puntuales acuerdos con el grupo parlamentario batasuno.
Cuando Alsina le ha acusado de mentir a los españoles sin parar, él le ha respondido que no, que no es que haya mentido, sino que ha tenido meros “cambios de posición política”.
Lo malo es cuando esos cambios se refieren a cuestiones fundamentales y se convierten en la norma de conducta del Presidente del Gobierno, porque entonces se produce un fraude democrático y electoral de primer orden y el país se convierte en un república bananera en la que ya todo vale.
Lo que hemos visto hoy en Onda Cero es a un candidato huyendo del presidente que ha sido.
Sánchez es un presidente que no tiene palabra, que no tiene principios y que no tiene límites en su ambición de poder. Y que sabe que va a perder las elecciones. Es ese alumno cobarde que después de haber destrozado la clase le dice al profesor que acaba de llegar: yo no he sido.