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Editorial. Sánchez el palestino

Editorial. Sánchez el palestino

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Sánchez el palestino

Las declaraciones pro palestinas de Pedro Sánchez en Israel no solo ponen de manifiesto la temeridad de un autócrata que se cree investido por la baraka y los vientos de la Historia, no solo evidencian un carácter mesiánico –esto es lo de menos- sino que desvelan que el presidente del gobierno de España ha comenzado una estrategia política para la internacionalización de su poder en el seno de la izquierda.

Más allá de que sus declaraciones sean de una inmensa torpeza y vayan a perjudicar gravemente la política exterior de España; más allá de que tengan también una intención de política interior para hacerse con el liderazgo de toda la izquierda española (una vez fulminado Podemos y domesticado Sumar); más allá de todo eso, Pedro Sánchez está trabajando para hacerse con el liderazgo internacional de la izquierda.

No hay que recordar que la llamada causa palestina es uno de los “fundamentales” y de los mantras del discurso internacional de todas las izquierdas. Pero la temeridad de Sánchez consiste ahora en que, siendo presidente de un estado europeo miembro de la OTAN y presidente de turno de la Unión, ha hecho algo que no tiene precedentes: defender, en plena guerra, en el escenario del horror del último ataque terrorista de Hamás, la causa palestina acusando a Israel de no respetar el Derecho Internacional.

Con su declaración temeraria y su aparente torpeza, se ha puesto al frente del liderazgo la izquierda internacional, que cae rendida a sus pies.

Que tiemble José Luis Rodríguez Zapatero, porque lo que su discípulo Sánchez Castejón ha puesto en marcha es desplazarle también del liderazgo latinoamericano para ponerse al frente de ese conglomerado que forman el Grupo de Puebla, el Foro de Sao Paulo y todos esos foros dominados por los detritus de las internacionales socialista y comunista. Sánchez latinoamericaniza España para ampliar hacia en Nuevo Continente su liderazgo y situarse en el mundo.

Como a todo autócrata que se cree investido por el Destino, su país se le queda pequeño.

Mal enemigo, sin embargo, ha escogido.

Como todo aprendiz de brujo, Sánchez se la acabará pegando en cualquier curva. Y esta de ahora no es pequeña, ni está bien peraltada. Lo malo es el daño que causará a todos, porque si algo enseña la Historia es que los autócratas acaban siempre bañándose en la sangre de sus empobrecidos semejantes.

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