La gran subasta
Hace tiempo que Occidente vive una era de fe como no se conocía desde hace siglos, un tiempo de creer no solo lo que no vemos, sino lo contrario de lo que vemos, que tiene más mérito y mayor prueba de ciega lealtad.
Por fe repetimos que el sistema electoral es imposible de manipular, una suerte de perfección preternatural que no admite la insinuación de una duda. ‘Pucherazo’ es un término que no designa nada que pueda existir, un mero ente de razón sin objeto real a que haga referencia. Por eso los recientes escándalos en torno al voto suenan a blasfemias a oídos de muchos.
Cunde el escándalo por la compraventa de votos, lo que no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que una campaña electoral viene a ser una subasta. No recuerdo qué autor griego decía que la democracia funciona hasta que la plebe encuentra en el voto el camino al tesoro común, y los políticos en campaña están más que dispuestos a darle los planos.