Reunidas por primera vez en español las cinco leyendas de Stefan Zweig
Estas cinco leyendas, traducidas por José Rafael Hernández Arias, fueron escritas en diferentes etapas de la vida del autor, entre la Primera Guerra Mundial y sus años de exilio junto a su esposa, y en todas Zweig recrea el estilo literario de la tradición cultural originaria.
«Raquel discute con Dios» (inédito en español), «Los ojos del hermano eterno», «El candelabro enterrado», «La leyenda de la tercera paloma» y «Las hermanas iguales y diferentes» constituyen el corpus de este libro, consagrado a un género literario de extraordinaria fuerza expresiva, la leyenda, que contaba con afamados predecesores en el mundo germánico, como Goethe, Heine, Hofmannsthal, Schiller o Hesse.
Cada una de las cinco leyendas revela de manera fiel las preocupaciones de un autor que vivió tiempos turbulentos e infaustos, y permite al lector penetrar en los entresijos de su personalidad, comprobar qué acontecimientos le afectaron más, cuáles fueron sus obsesiones, y cómo luchaba por resolver las paradojas y contradicciones que atenazaban su alma.
En ellas, Zweig evoca su búsqueda del sentido de la vida, sus esfuerzos desesperados por conocerse a sí mismo y por encontrar algo que genere esperanza y certidumbre en este mundo.
La importancia que atribuyó a sus leyendas se constata en el virtuosismo estilístico utilizado, dando a cada una de las leyendas el tono, el carácter y la expresión que más le convenía, ya fuera empleando el lenguaje arcaico de la Biblia o el lúdico de los cuentos del Decamerón.
«La leyenda de la tercera paloma» fue escrita en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, inspirándose en un episodio del Génesis, un alegato contra el conflicto armado que destila ya un pacifismo militante.
En «Los ojos del hermano eterno» (1921) se sirve de la leyenda oriental para intentar dilucidar su propia actitud ante la violencia y el mundo occidental.
En la leyenda «Raquel discute con Dios» (1927), Zweig recurre a los pasajes bíblicos que narran el encuentro de Jacob con Raquel, en el Génesis, para expresar su noción de una divinidad que no puede ser vengativa, cruel o rencorosa, sino misericordiosa y magnánima.
En 1936, Zweig escribió una leyenda con el título «El candelabro enterrado», en la que, bajo la impresión de la persecución nazi a los judíos, se identifica con su pueblo y su destino, delatando, incluso, cierta comprensión del sionismo, a pesar de que no contempló la necesidad de crear una patria exclusiva para los judíos.
En la leyenda sobre las dos hermanas gemelas, que cierra el volumen, Zweig realiza un homenaje a Honoré de Balzac, como se deduce de su subtítulo, un «conte drolatique», aludiendo a su proyecto inacabado «Les Cent Contes drolatiques», colección planeada por el escritor francés en la que con espíritu lúdico y una exultante fantasía lingüística combina elementos irónicos, divertidos y sensuales.