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Sí al gas lacrimógeno en Ferraz pero no en Cataluña con 431 policías heridos

La operación de Moncloa: violencia en las movilizaciones para deslegitimarlas

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El contraste entre la autorización de gas lacrimógeno por parte del Gobierno en diferentes manifestaciones según su conveniencia es descomunal. En el contexto del referéndum del 1 de octubre en Cataluña, el Gobierno argumentó que «no se autorizaba su utilización», ya que la prioridad era “mantener la contención y aguantar lo máximo posible”. Según ellos, la situación no requería su uso. Sin embargo, durante esa jornada, los disturbios en Cataluña provocaron que 431 policías y guardias civiles resultaran heridos, algunos de los cuales no han podido volver a trabajar debido a sus lesiones.

La ironía se hace evidente cuando se compara esta restricción, con la autorización para el uso de gases lacrimógenos en la manifestación en Ferraz el pasado Lunes. En esta manifestación, el número total de policías heridos fue cero, sin embargo, en esta ocasión los agentes, siguiendo órdenes de arriba, sí cargaron contra manifestantes. Entre los manifestantes que recibieron esta represión por parte de los agentes, se incluyen niños y ancianos, algunos de ellos acabaron siendo atendidos por el personal médico.

Es impactante ver a policías cargando de esta manera en una  manifestación que estaba legalmente convocada y transcurrió sin incidentes graves, sin ningún contenedor o papelera quemados y sin embargo «aguantando» en aquellas en que los disturbios han causado casi 500 policías heridos.

Este contraste plantea interrogantes sobre la coherencia y la justificación de las decisiones tomadas por el Gobierno en el uso de la fuerza en diferentes situaciones. Para los policías nacionales que se vieron obligados a retirarse debido a los disturbios en Cataluña, presenciar esta disparidad de enfoques podría generar frustración e incomprensión, especialmente cuando se esforzaron por cumplir con su deber en los disturbios de Cataluña 2017.

Otro ejemplo de esto sería la  manifestación del 26-O en Barcelona, donde los disturbios arrojaron pelotas contra los furgones y los agentes, mientras que estos aguantaban Impasibles. Hasta que se fue incrementando la presión. Primero arrojaron huevos, luego latas de cerveza y finalmente botellas de vidrio y petardos voladores. Se trató de uno de los casos de provocación más violentos hasta que las Fuerzas de Seguridad reaccionaron y usaron el gas lacrimógeno.

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