Nuria lleva cinco años sin cobrar las rentas de su piso del barrio madrileño de Vallecas. Tras varios intentos de recuperar su propiedad, la justicia ha amparado la suspensión de dos lanzamientos de su ‘inquiokupa’: el primero, por su situación de vulnerabilidad, y, el segundo, tras darle un ataque de ansiedad. Se da la circunstancia de que ella también es vulnerable: autónoma, durante la pandemia se quedó sin ingresos y teniendo que pagar dos hipotecas, la suya y la de su okupa.
