Un país se caracteriza como tal por su territorio, sus gentes, su cultura y sus tradiciones. Y España, lamentablemente, se aleja de esta concepción por las políticas impulsadas desde los diferentes gobiernos. El de Pedro Sánchez sigue una hoja de ruta, un proyecto político, dispuesto a fulminar absolutamente todo por sus necesidades aritméticas y valores morales. Un ejecutivo asentado en aquellos que pretenden romper nuestro estado democrático y de derecho, como son los golpistas de Carles Puigdemont, en aquellos que siguen celebrando la sangre derramada, los bildu etarras, y la inmigración ilegal.
