Al pasado jueves 23 de noviembre, la atención del mundo se centró en Dublín, donde las calles ardían con coches y contenedores en llamas, mientras disturbios y actos vandálicos desataban el caos en el mobiliario urbano.
¿Qué sucedió para que los irlandeses reaccionaran de esta manera?
Todo comenzó la tarde del jueves, según las autoridades, cuando un hombre de aproximadamente 50 años apuñaló a una mujer y a tres menores con un arma blanca. Además, la policía irlandesa informó que el agresor también se infligió heridas a sí mismo. Entre los heridos se encontraba una niña de 5 años en estado grave, mientras que la mujer de unos 30 años recibía tratamiento por lesiones graves. Por fortuna, los otros dos menores se encontraban fuera de peligro. El atacante, de origen argelino, no está siendo considerado como parte de un ataque terrorista, según la policía.
Este incidente desencadenó una respuesta social inmediata. El Primer Ministro irlandés condenó el ataque a través de sus redes sociales, expresando consternación por el incidente en Partner Square y ofreciendo pensamientos y oraciones a las víctimas y sus familias.
Sin embargo, la indignación no se detuvo allí. Los irlandeses, frustrados por políticas que perciben como favorecedoras de la inmigración, salieron a las calles en manifestaciones para expresar su repudio. Lo que comenzó como protestas pacíficas pronto se transformó en actos violentos, con una multitud incendiando coches de policía, autobuses y tranvías, saqueando comercios y destrozando el mobiliario urbano. La situación llegó a tal punto que la policía se vio obligada a cerrar carreteras, suspender rutas de transporte público y controlar la violencia desatada.
A pesar de estos disturbios, las manifestaciones pacíficas que surgieron como respuesta al ataque a menores han dejado claro que Irlanda también ha despertado, mostrando una sociedad dividida y lidiando con las tensiones entre la condena a la violencia y las preocupaciones relacionadas con la inmigración.
