En El lupus deus, ya por su quinta edición, el autor plantea una tesis provocadora: el amor por los animales y la naturaleza ha sido secuestrado por una ideología que lo convierte en herramienta de ingeniería social.
Según él, todo parte de un sesgo emocional ancestral: nuestra relación con los lobos, hoy convertidos en perros. Esa conexión, usada como anzuelo, sirve para promover un modelo de vida sin hijos, con mascotas tratadas como personas. Operaciones veterinarias de miles de euros, mientras tener y criar hijos, se percibe como incómodo, caro o innecesario.
