España se encuentra sumida en el luto y la consternación mientras el país entero lamenta el trágico asesinato de dos valientes guardias civiles embestidos por una narcolancha en Barbate. Hoy, en medio del dolor, se lleva a cabo el entierro de David Pérez, oriundo de Barcelona, y ayer se dio el último adiós a Miguel Ángel González, el guardia civil submarinista. Sus colegas y seres queridos les dieron el último adiós en la catedral de Cádiz.
El crimen, perpetrado por el narcotráfico, ha sacudido los cimientos de la nación, y la responsabilidad recae sobre el aún ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Ya son incontables las veces que los agentes que luchan contra el flagelo de las drogas en la región del Campo de Gibraltar han clamado por más recursos, ante el abandono y la pésima gestión en materia de Seguridad Ciudadana.
El viernes, en una cruel ironía del destino, el ministro del Interior se jactaba de la seguridad y la tranquilidad en la zona, argumentando que los medios disponibles eran suficientes y adecuados. Sin embargo, apenas horas más tarde, ocurría el vil asesinato de estos dos guardias civiles a bordo de una pequeña embarcación, embestida por una narcolancha de 14 metros de eslora.
Las negligencias en el Ministerio del Interior no son recientes. En 2020, se desmanteló la unidad de élite contra el narcotráfico, compuesta por unos 150 agentes disponibles las 24 horas del día, siete días a la semana. En localidades como Barbate y La Línea de la Concepción, apenas cuentan con una patrulla de la Guardia Civil para proteger sus costas. La tristeza y el dolor se mezclan con la indignación y la vergüenza.
El desprecio hacia un ministro que, en un acto de cinismo, acudió a la capilla ardiente organizada en honor al agente asesinado y se topó con la firme negativa de la viuda a aceptar una medalla póstuma. La dimisión digna es algo que hace tiempo se espera, pero parece que el ministro ha perdido toda sensibilidad y conexión con la realidad. Es necesario exigir su cese inmediato, pues su gestión ha sido desastrosa en diversos aspectos, desde el tratamiento de la inmigración ilegal hasta su respuesta ante emergencias y casos de corrupción.
Dos hombres ya no están entre nosotros. Dos familias han sido destrozadas, con la certeza de que el esposo y padre nunca regresará a casa. Esta pérdida debería marcar el fin de la carrera de Marlaska al frente del Ministerio del Interior.
