La tercera entrega de mensajes entre Pedro Sánchez y su entonces hombre de confianza, José Luis Ábalos, no es ya solo una filtración. Es un retrato —crudo y revelador— del poder, de cómo se ejerce, de cómo se gestiona desde dentro, y de qué lugar ocupan los colaboradores cuando dejan de ser útiles.
Lo que estos mensajes muestran no son simples opiniones privadas. Son piezas de un rompecabezas que revelan el verdadero rostro de un presidente que en público se muestra templado, institucional, casi distante, pero que en privado se expresa con desdén, rencor y desprecio hacia compañeros de su propio gabinete, socios de coalición y líderes de su partido. En esta entrega, la protagonista es Margarita Robles, a quien Sánchez se refiere como “una pájara que se acuesta con el uniforme”. Una frase tan machista como humillante, que destila un desprecio personal que va mucho más allá de las diferencias políticas.
