Lo que sucede en la justicia española va más allá de cualquier caso de corrupción, incluida la de Ábalos. La tensión entre el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional ha escalado hasta convertirse en una auténtica guerra abierta. El problema es que este conflicto afecta a la columna vertebral del país, socavando sus instituciones y poniendo en peligro el Estado de Derecho. Aún más preocupante es que, al frente del Gobierno, tenemos al líder menos sensato que podría haber elegido el pueblo. Y cuando España tenga un gobierno que no sea socialista, se enfrentará a una justicia moldeada a la medida de Sánchez.
