El presidente estadounidense Donald Trump ha comenzado a negociar el futuro de Gaza en un momento clave para Oriente Próximo. Su administración intenta medir el pulso de una región en plena recomposición, donde las tensiones geopolíticas y los intereses de potencias globales chocan constantemente. ¿Es una apuesta estratégica para reforzar su influencia, una maniobra electoral o un intento real de estabilización? Las incógnitas siguen abiertas, pero su intervención podría redefinir el equilibrio de poder en la zona.
