El problema de la inmigración ilegal que azota las costas españolas se vuelve cada vez más acusado, pero el gobierno insiste en no reconocer que España no puede permitirse acoger a miles de personas llegadas de repente de forma irregular. Fernando Grande-Marlaska no protege las fronteras y José Luis Escrivá organiza los traslados a distintos puntos de la península para intentar esconder la realidad.
