Sánchez ha dado su primera muestra de impaciencia. Sus negociadores le han trasladado un ultimátum a Puigdemont: o saben su respuesta antes del 4 de noviembre o se agota su oferta sobre la amnistía. Lo cierto es que aunque el líder de Junts sea un irredento, no quiere decir que no sepa que tiene la sartén por el mango. Lo más probable es que le exija menos atropello porque las prisas siempre son malas consejeras
