Ha muerto el líder espiritual de los católicos, más de 1.400 millones de seres en este mundo. Un Pontífice ligado a los más necesitados y abierto con ideas para muchos progresistas como pasar del «¿quién soy yo para juzgar?», a la bendición de las parejas homosexuales, Al tiempo que firme contra el aborto que comparaba al homicidio y calificaba de “sicarios” a los médicos que lo practican. Quizá sean las reacciones las que mejor nos sitúen al fallecido Francisco. En el patio político, la derecha pobre en elogios. Feijóo lo despachaba en redes sociales con las obligadas condolencias. El portavoz de Vox aludía al obligado “eterno descanso” de su alma. En cambio, sorprendentemente, los elogios caen del lado de la izquierda. Bolaños se deshacía en elogios a su legado y la portavoz de Sumar competía en elogios para Francisco. España es un país desquiciado y Francisco despertaba más admiración entre los que no van a misa.
