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A calzón quitado

El documento que Feijóo ofrece a Sánchez para dejar gobernar a la lista más votada
EFE/ Juanjo

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A calzón quitado

En la Gran Clarificación que vivimos estos días, mientras la clase media española se hunde en la pobreza, en una España que se ha recuperado peor de la crisis del Covid que ningún otro país de su entorno, los diputados se suben el sueldo.

La ‘óptica’, como dicen en redes sociales, no puede ser más espantosa, una burla o un desprecio. En una democracia medio sana, esto sería invendible, que hasta el reparto del botín ha exigido siempre hasta ahora, por motivos meramente electoralistas, taparse un poco.

Ya no. Estamos en la rebatiña a calzón quitado, nos esquilman mirándonos a la cara, sonriéndonos con suficiencia: ¿Y qué vais a hacer, votar al fascismo?

Es lo mismo que esa inflación de cargos y ese reparto de prebendas entre los leales más inadecuados e incompetentes. No se trata ya de gobernar, sino de mantenerse arriba, de afianzar la casta.

Hay dos razones para que esto sea posible, para que se haga a la luz con recochineo ante una ciudadanía que no llega a fin de mes. La primera es esa que dijimos, que ya creen tenerlo todo atado y bien atado, y no deja de ser un sádico placer saquear sin disimulo. PSOE y PP son un cártel, un dúo, cómplices necesarios, con lo que no hay salida, porque la salida es el fascio. “Que coman hierba” no es ya una declaración que lleve a quien la pronuncia a acabar colgado de una farola, como Foulon. Ahora es un consejo vegano, un medio para salvar el planeta con la miseria de los muchos y el jet privado de un puñado.

La segunda razón es que queda poco. Debemos hasta la manera de andar y no hay más cera que la que arde, y eso inyecta prisa y precipitación en la banda de facinerosos que nos gobierna: hay que robar con urgencia porque pronto no quedará nada, y hay que guardar para el invierno.

En otros tiempos, el gobernante, incluso por interés propio y egoísta, procuraba la prosperidad de la gente para garantizar la propia, por esa vieja metáfora de que estamos todos en el mismo barco. Ya no. Ahora no les importa que el común viva de la limosna pública, se alimente de bichos, se hacine en los transportes públicos, esquive navajazos y vivan solos en cuchitriles. Porque ellos se han blindado, y el que venga detrás, que arree.

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