Los domingos ya no son lo que eran. Después de las comidas familiares, uno disfrutaba de llegar a casa para tirarse en el sofá con una comedia que le hiciera pasar un buen rato para luego dormirse una siesta plácidamente con la excusa de que al día siguiente ya era lunes.
Ya no son lo que eran. Tal cual. Parece que es necesario llegar a casa, para tirarse en el sofá, pero coger automáticamente el móvil y perder el tiempo con vídeos de cualquier red social que no aportan nada trascendental en la vida pero que se consideran “entretenimiento”. Tiktok ha agravado el asunto y lo que era una conversación sobre cómo tu prima se había echado un noviete se ha convertido en la última idiotez de turno que ha publicado un ‘influencer’. ¡Vaya! Todos nos hemos visto reflejados y nos hemos imaginado ese momento en el que hemos dicho “ya son las siete, ¡cómo pasa el tiempo!” Un tiempo en el que no hemos conversado con el de al lado para interesarnos por la vida de los demás mientras olvidamos y vaciamos la nuestra.
Esperen, se lo explico de otro modo. Un tiempo que hemos invertido con visualizaciones y ‘me gustas’ que han servido para llenar el bolsillo de alguien que ni conocemos mientras podríamos haber trabajado por el nuestro, con un libro o avanzando en ese curso de Historia que tanto interés le genera. Así visto, suena diferente.
¿Es esto el nuevo ocio? Lo es. Y lo afirmo con rotundidad pero me niego a que mis domingos no traigan una sonrisa. Poner Netflix, HBO, Filmin o cualesquiera de esas plataformas de contenido para ver crímenes, drogas y dramones que ni en la mejor de las telenovelas mexicanas. Hay casos reales que merecen ser cubiertos y que interesa verlos pero cuando ya te encuentras como cuatro documentales del mismo tema, aburre. Cuando ves que sólo hay asesinatos por todas partes, da miedo. Y cuando ves que la romantización de las drogas consumidas por jóvenes de 15 años es lo que más se lleva, dices basta ya. No quiero esta basura que, con casi 30 años, he podido ver y divertirme pero que con 16 me trastocaría la concepción de vida y futuro que siempre me han transmitido mis padres.
Quiero reírme y necesito comedias y humor negro.
Quítense la piel fina, volvamos a reírnos de nosotros mismos. Volvamos a reírnos juntos.