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Echenique y los sentimientos religiosos

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Echenique y los sentimientos religiosos

La marca del cretino moderno es el uso de la palabra ‘medieval’ para designar lo que considera ‘superado’, y que aplica a instituciones, creencias y principios que probablemente existían mucho antes y mucho después de la Edad Media. Porque el cretino moderno nunca usa las palabras por lo que significan, sino por la emoción -el prejuicio- que se ha asociado a ellas. Cfr. “Fascista”. Tampoco argumenta en palabras, sino en expresiones, en consignas completas.

Comentando la imputación de los tipos que hicieron mofa de la Virgen del Rocío, ese saco de bilis que responde al nombre de Pablo Echenique ha escrito en Twitter: “Con todo el respeto a las personas creyentes, la ofensa a los sentimientos religiosos como delito es algo medieval. En 2021 metimos una ley en el Congreso para derogarlo y, aunque se admitió a trámite, lleva 2 años bloqueada por el PSOE. Urge desbloquearla y aprobarla de una vez”.

Por supuesto, Pablo es un entusiasta partidario de esa cosa medieval (?), el delito de ofensa a los sentimientos religiosos, solo que él prefiere llamarlos con la orwelliana expresión “delitos de odio”. Pablo saltaría como un resorte (es un decir), salta, de hecho, cada vez que se ofende su religión, cada vez que se blasfema contra la sacralidad de sus colectivos favoritos, de la Santa Liga de las Víctimas Autodesignadas.

Los suyos están haciendo paja del ‘racismos sistémico’ en el caso Vinicius, y aplaudiendo la detención de unos parguelas que colgaron un muñeco de un puente en enero, porque eso es una ofensa a la religión oficial, la suya. Lo único que está diciendo Pablo, pues, es que la Iglesia no merece esa protección, nada más, que los católicos somos los malos y es justo y necesario escupirnos cuando les preste.

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