Tal día como hoy, 21 de diciembre de 1605, zarpaba del puerto de El Callao, en Perú, la expedición de Pedro Fernández de Quirós, marino portugués de la corona española, que sería el primero en poner nombre a Australia.
Quirós había servido como piloto en las exploraciones de Mendaña por el Pacífico sur. No eran viajes de recreo: la expedición en busca de las islas Salomón, además de descubrir media Polinesia menos, precisamente, aquellas islas, terminará en una auténtica catástrofe. Quirós sobrevivió de milagro y lo más impresionante es que aún le quedaran ganas de seguir navegando. Pero así fue.
En el curso de sus navegaciones, este portugués de Évora concibió el proyecto de descubrir la Terra Australis, un enigmático continente cuya existencia se suponía, pero que nadie había pisado aún. Fue a Roma, obtuvo la bendición del papa y se puso manos a la obra. Volvió a Perú. Armó tres barcos: “Santos Pedro y Pablo”, “San Pedro” y “Los Tres Reyes”. Alistó a trescientos marineros y soldados. El 21 de diciembre de 1605 salió del Perú. En las semanas siguientes la expedición de Fernández de Quirós alcanzó Tuamotu y Vanuatu, entre otras islas de la Melanesia. Llegó a desembarcar en una isla tan grande que la creyó parte del continente austral. La llamó “Austrialia del Espíritu Santo”, combinando las palabras “Austral”, es decir, sur, y “Austria”, que era la dinastía reinante en España y Portugal. Hoy esa isla aún se llama así: es la más grande del archipiélago de Vanuatu. ¿Era realmente Australia? Objetivamente, es imposible saberlo. Con los instrumentos de medición de la época no hay manera de determinar dónde puso el pie nuestro amigo. La hipótesis de que se trataba, efectivamente, del continente australiano siempre ha sido muy defendida en la propia Australia. Su segundo en aquella expedición, Luis Váez de Torres, verificó que se trataba de una isla. ¿Cuál? ¿Parte de las Nuevas Hébridas? Una vez más, imposible saberlo. Con la expedición demediada por las tormentas, Fernández de Quirós regresó un año después a Acapulco mientras Váez marchaba hacia Manila.
De vuelta en Madrid, Quirós contó su historia a quien la quisiera escuchar. Nadie le hizo mucho caso. El rey Felipe III sólo le dio buenas palabras y unas cuantas cartas de recomendación… para América, no para España. A las Indias volvió nuestro personaje. No logró seducir a nadie. Murió en Panamá en 1614, con cuarenta y nueve años, soñando con hallar la verdadera Australia. Al menos le puso el nombre.
Otros hechos:
601: Muere en Toledo el rey visigodo Recaredo, que se convirtió al catolicismo y promovió la unificación religiosa del reino.
1511: El dominico fray Antonio de Montesinos, en su pregón de Adviento en La Española, acusa a los encomenderos de maltratar a los indios. La polémica llegará a la corte.
1959: El presidente norteamericano Eisenhower visita a Franco en Madrid.
1991: Muere con 101 años el sacerdote José Miguel de Barandiarán, estudioso de la cultura vasca.