Tal día como hoy, 23 de septiembre de 1568, los corsarios ingleses Hawkins y Drake ponían pies en polvorosa después de ser aplastados por la flota española de don Francisco Luján en la isla de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz.
La propaganda histórica anglosajona nos ha vendido la imagen de unos piratas caballerescos que robaban a los ricos y malvados españoles para dárselo a los pobres. La verdad es que los piratas no eran otra cosa que delincuentes: ladrones y asesinos que aprovechaban la escasa vigilancia de las rutas marítimas y las pobres defensas de las ciudades americanas. Dentro de ese mundo criminal, los corsarios aportaban el patrocinio del Estado: amparados por su corona, robaban y mataban específicamente a los enemigos del país patrocinador. Ejemplos eminentes: los corsarios John Hawkins y su sobrino Francis Drake, delincuentes al servicio de su graciosa majestad inglesa Isabel I. A la altura de 1567, y a pesar de la tregua formal entre Inglaterra y España, la reina Isabel patrocinó una expedición de esos dos sujetos contra las costas de la América española. ¿Qué tenían que hacer? Robar esclavos negros para venderlos por su cuenta –y siempre había quien los compraba, porque Hawkins amenazaba con bombardear ciudades si no se adquiría su mercancía-, asaltar mercantes españoles y, de paso, saquear tal o cual puerto. Las ciudades hispanoamericanas, con muy pocas excepciones, eran pequeños asentamientos poco poblados y peor defendidos. Una bicoca para aquellas flotillas corsarias.
En septiembre de 1568 entró en San Juan de Ulúa una de esas flotillas: los seis barcos de Hawkins y Drake, que venían de saquear varias plazas costeras y se abrieron camino en el puerto por el poco elegante procedimiento de amenazar con degollar a unos rehenes españoles que traían consigo. El virrey, ante el chantaje, optó por permitir que los corsarios atracaran allí para avituallarse y reparar los barcos. San Juan de Ulúa era el puerto principal del Atlántico americano: una próspera ciudad donde los corsarios podrían hacer buena cosecha. Allí se guardaba el tesoro que anualmente se enviaba desde las Indias hasta España. Y por eso apareció por San Juan, justo en aquel momento, una flota española que venía a hacer el servicio: la del general Francisco de Luján. Luján hizo su trabajo. Con ataques desde mar y desde tierra, los ingleses quedaron hechos picadillo. Hawkins y Drake instaron a sus hombres a luchar y, de inmediato, escaparon, dejando a su gente en la estacada. Perdieron cuatro barcos, 600 hombres y el tesoro acumulado durante sus meses de saqueo. Eso es lo que pasó en San Juan de Ulúa.
Otros hechos:
1461: Muere en Barcelona el infante Carlos, príncipe de Viana.
1519: Hernán Cortés entra en Tlaxcala; los nativos se convertirán en sus aliados.
1572: Los tercios del duque de Alba fuerzan la rendición de Mons, en la guerra de
Flandes.
1604: Muere en Alcalá de Henares el teólogo Gabriel Vázquez, exegeta de San Agustín.
1713: Nace en Madrid Fernando VI, que reinará entre 1746 y 1759.