6 diciembre de 1658. El verbo pesimista de Gracián
Tal día como hoy, 6 de diciembre de 1658, moría en Tarazona, Zaragoza, el sacerdote y escritor aragonés Baltasar Gracián, uno de los nombres fundamentales de la cultura española del Siglo de Oro.
La obra de Gracián, como la de otros autores de su generación, corre paralela a los avatares de la España de su tiempo: empezó fijándose la meta de definir al héroe y al hombre ejemplar, y terminó en el pesimismo, bajo el peso de la decepción. Gracián había nacido cerca de Calatayud en 1601. Destacó muy pronto por su inteligencia, hasta el punto de que pudo cubrir estudios superiores muy rápidamente. Miembro de la Compañía de Jesús, ordenado sacerdote en 1627, desempeñó durante toda su vida distintos empleos docentes. Su mejor época fueron los años pasados en Huesca, donde el mecenas Lastanosa le ayudó a publicar su primer libro: “El Héroe”. Y su peor momento fueron las distintas estancias en Valencia, llenas de conflictos con los jesuitas locales.
Gracián apostó por un estilo, el conceptismo, forjado a base de un lenguaje denso y concentrado, capaz de expresar varias ideas al mismo tiempo en lacónicas frases. Su famoso “lo breve, si bueno, dos veces bueno” tiene truco, y es que con frecuencia esa brevedad encierra horas de pensamiento y varios sentidos posibles. Por la época que le tocó vivir, que fue la de la larga decadencia del imperio, su pensamiento fue girando hacia una ética pesimista y escéptica, y a ese carácter responden sus dos obras mayores: “El Criticón” y “Oráculo manual y arte de prudencia”, que ejercerían gran influencia en autores del siglo XIX. Hay una frase suya, muy repetida, que lo dice todo: “Floreció en el siglo de oro la llaneza, en este de yerro la malicia”. Pero conviene tener en cuenta que la reflexión sobre la decadencia es una constante de la literatura europea desde Hesiodo, y no es ni mucho menos una característica esencialmente española.
Como no podía ser de otro modo, la obra de Gracián incomodó mucho a muchos, empezando por una buena porción de su superiores en la Compañía de Jesús, que se veían aludidos en los textos del autor. En cierta ocasión llegó incluso a ser castigado con penitencia de pan y agua. Probablemente la causa de tal inquina era que, siendo sacerdote, sin embargo sus reflexiones sobre moral se abordan invariablemente desde un punto de vista profano. Murió relativamente joven, en 1658, con cincuenta y siete años, tal día como hoy.
Otros hechos:
1534: El conquistador Sebastián de Belalcázar funda la ciudad de San Francisco de Quito sobre el sitio indígena de Quitu, incendiado por el general inca Rumiñahui.
1558: Muere en Valencia el humanista Juan de Celaya, filósofo y físico, estudioso de las leyes del movimiento.
1835: Inauguración del Ateneo de Madrid bajo la presidencia del duque de Rivas.
1978: El pueblo español aprueba en referéndum la Constitución de 1978.