9 de enero de 1534: Llega a España el primer cargamento de oro del Perú
Tal día como hoy, 9 de enero de 1534, llegaba a Sevilla la nao “Santa María del Campo” con el primer cargamento de oro del Perú. Venía al mando del conquistador Hernando Pizarro, enviado a España por su hermano Francisco como testimonio de la victoria sobre los incas.
Aquel cargamento era el “quinto real”, es decir, el 20% de las ganancias obtenidas en la conquista, que por ley pertenecía a la Corona. Era un botín fabuloso: 153.000 pesos de oro y 5.048 marcos de plata, además de numerosos objetos de oro, plata y piedras preciosas. Fue preciso el concurso de decenas de hombres, veintisiete arcones y catorce bueyes para trasladar el cargamento hasta la Casa de la Contratación, cabeza del comercio con las Indias. Entre 1503 y 1510 ya se habían extraído cinco toneladas de oro de las minas de Nueva España, es decir, Méjico. En la década siguiente esa cifra se duplicó.
Las cifras de la Casa de la Contratación sobre las entradas de oro son bien conocidas: casi 800 kilos de oro al año entre 1503 y 1520 (el oro de las Antillas), gran descenso en los años siguientes por el agotamiento de los filones, fuerte recuperación a partir de 1531 con 14.466 kilos de oro hasta 1540, ascenso a 24.957 kilos para el decenio siguiente y un pico de 42.640 kilos para el periodo 1551-1560. A partir de aquel momento la producción de oro cayó en picado: en los últimos 40 años del siglo XVI entraron “solo” 52.511 kilos de oro. Pero la producción de plata compensaba con creces el descenso del oro. A cambio, en la América española entraron los más variopintos productos de Europa, desde el azogue hasta la ropa de lujo o el vino. Las principales minas de oro del continente estaban en Carabaya, Antioquia, Chocó, Popayán y Zaruma. En torno a esos centros se desarrolló una pujante burguesía y crecieron núcleos urbanos muy desarrollados que aún hoy perviven.
Una nota importante: los registros de la Casa de la Contratación sólo reflejan el valor del metal que entraba en España, porque una parte no desdeñable permanecía en las Indias, en manos de los propietarios de las explotaciones. Así se pagaron las catedrales, las universidades, los colegios, los puertos, los acantonamientos de tropas, las ciudades, los conventos, las misiones… Las minas no eran propiedad de la Corona: eran propiedades privadas. La Corona participaba de los beneficios con impuestos de diverso tipo e, instrumentalmente, con los envíos de azogue, o sea, el mercurio, que era preciso para extraer el oro. ¿Qué parte de la extracción minera viajaba a España? Uno, los beneficios privados, que normalmente se reinvertían en propiedades y bienes; dos, el tributo a la Corona, que pasaba a las arcas reales. Aquel flujo constante financió el imperio.
Otros hechos:
638: Comienza en la España visigoda el VI Concilio de Toledo, que tratará de proteger a la figura del rey frente a enemigos y conspiradores.
1570: Llega a Lima la cédula que implanta la Inquisición en Perú. Sus atribuciones no se extienden a los indios, a los que se considera “neófitos en la fe”.