Hace unos días el Gobierno más comprometido con la defensa en la historia de España fracasaba en una simple misión: comprar balas.
Pero también había fallado el Gobierno más comprometido con la causa palestina. A Interior le pareció una fantástica idea comprar munición a una empresa hebrea.
Ahora parece que las balas que necesitan nuestros agentes dependen de Israel. Más allá de un país genocida que lleva probando sus armas en Palestina durante décadas sin distinguir entre civiles y despiadados terroristas, le damos el dinero a un estado que intenta exterminar a otro que acabamos de reconocer. Recordemos que estamos ante el Gobierno más comprometido con el derecho internacional.
La realidad es que le compramos nuestro bienestar a un país que, echando un vistazo a la hemeroteca, es difícil considerarlo un férreo aliado. Pero estamos ante el Gobierno con mejores socios dentro y fuera de España, no se preocupen.
Ustedes quizás no se acuerden pero mientras todas las capitales mundiales tardaron horas en no reconocer la independencia de Cataluña aquel 1 de octubre de 2017… El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que de aquella ostentaba la cartera de Exteriores, tardó 5 días con sus 5 noches en pronunciarse.
Israel lleva décadas armando hasta los dientes (junto a Estados Unidos) a Marruecos, nuestro potencial rival en una invasión. ¿De verdad vamos a tener que pensar qué balas o softwares utilizamos dependiendo de nuestro proveedor para defender las esquinas de Ceuta, Melilla o el espacio marítimo canario?
¿Usted le compraría verduras al frutero de la esquina que le ha hackeado el WhatsApp? Pues parece que el Gobierno no tiene problema. Israel se niega a colaborar en el supuesto espionaje realizado con un software israelí (el caso Pegasus) a los móviles del presidente del Gobierno, la ministra de Defensa, el ministro del Interior y el ministro de Agricultura entre 2020 y 2021.
A este Gobierno, y a todos los anteriores, no parecen importarle mucho los españoles cuando hablamos de dinero. Ni los vivos ni los muertos. Da igual que el ejército hebreo asesinase en Líbano a un cabo del Ejército de Tierra en 2015. El flujo de armas israelíes a España no cesa. Vaya usted a saber si Defensa es capaz de comprar ese tipo de proyectil.
Pero hay más. El nacionalismo radical vasco, un erosionador histórico de la convivencia en España, sigue coqueteando con Israel, pese a mucha bandera palestina que lleven en algunos actos. En la década más sanguinaria de ETA los sectores nacionalistas más extremos del País Vasco eran ambiguos con la violencia del grupo terrorista y mostraban su admiración por Israel. Es cierto que se parecían… sangre y plomo por una causa política. Da igual si es un niño palestino o un catalán que va a un Hipercor en Barcelona. El fin, para ellos, justifica los medios.
De poco vale decir que tenemos que comprar nuestros tomates ya que son muy buenos si no tenemos capacidad para defenderlos. Y eso no pasará mientras no invirtamos en una política de defensa made in Spain. O al menos en aliados que no se vendan al mejor postor…