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Presentarse como víctima 

Presentarse como víctima 

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En los llamados 30 gloriosos, años posteriores a la II Guerra Mundial donde se produjo un extraordinario desarrollo económico, se dieron cuenta de que la gente se alejaba del Marxismo pues, encontraban en las mejoras económicas un aliviadero y esto, los alejaba de la izquierda; ya no era gente proletaria expulsada del paraíso, ahora podían comprarse un coche. 

Eran décadas donde los trabajadores empezaron a equipar sus casas, se compraban electrodomésticos y algunos otros incluso vislumbraban la posibilidad de comprarse hasta un apartamento en la playa y eso, les alejaba de votar a los comunistas y, puestos a prescindir, prescindían del Marxismo. 

Revisando este fenómeno, pocas cosas fueron comparables al milagro económico europeo tras la guerra. Hete aquí que los ideólogos de izquierdas reaccionaron rápido y tras una reestructuración de sus ideas, decidieron, entre otras cosas, buscar votos en otros nichos de mercado, concretamente en  los grupos de víctimas (véase Escuela de Fráncfort).

Se empezaron a centrar en la defensa de grupos considerados víctimas por su sexualidad, por su género, las mujeres, gordura, empezaron a apoyar a las regiones supuestamente oprimidas, cualquier grupo local víctima será defendido por la izquierda renovada. Frente al modelo universalista marxista de antaño se postula el nuevo: sufro luego acuso, si me presento como víctima es que tengo la razón, etc. Todos estos grupos de víctimas serán los nuevos épsilones de un mundo feliz. 

Pero, la cuestión que urge plantear es que, para qué funcione y el grupo se cohesione, en psicología social sabemos que se necesita a un enemigo “opuesto” o “simplemente distinto”. Y siguiendo las teorías poscoloniales y posmodernas, el hombre blanco occidental heterosexual y cisgénero fue el objetivo de todas las acusaciones. Insisto en decir “heterosexual”  pues si fuera un hombre blanco “homosexual” ya no sería diana de todos los dardos, -aunque fuera blanco-.

Podemos decir que incluso se llega a odiar lo normal, lo que se denomina normofobia concepto que enmarca lo que entendemos por “convencional”, lo que está en la media, lo tradicional.

Las políticas identitarias eclosionaron triunfales tras la caída del muro y hoy, es el día que la cultura de la fragmentación y por ende, de la polarización política es máxima. 

Pero hay que ser extremadamente precavidos y cautos ante toda esta corriente pues, si se premia y protege en exceso a las víctimas, sabemos que fácilmente se podrá acomodar a su situación enrocándose en sí misma, lo cual le podrá dificultar salir de esa situación. 

Hoy, no hay lugar a duda de que estamos ante la cultura de la víctima, el mejor ejemplo es el triunfo actual de Joker sobre Batman. Joker que sufrió abusos de niño y tiene problemas de salud mental.

Y en el caso de la Salud Mental se corre el serio riesgo de que la enfermedad se convierta y adhiera a la propia identidad.

Al igual ocurre con la gordura, sí uno reconoce que no es un problema y que “ese” es su estatus social que los demás deben aceptar, ¿qué médico puede contradecir a un colectivo marginalizado y recomendarle que cambie y  adelgace?

Para la teoría de la “justicia social” solo hay buenos (víctimas) y malos. Dominantes y dominados marginalizados (víctimas). Pareciera cómo si los varones no tuvieran capacidad de sufrir ninguna discriminación. 

La cultura del victimismo también tiene como efecto que el estado se extralimite en sus funciones protectoras. Pues la víctima a diferencia de la cultura del honor, necesita de otros que le ayuden, busca constantemente la simpatía de los demás, procura la constante solidaridad. El problema que veo, reside en que esa víctima se cronifique de por vida como víctima, la víctima queda infantilizada y frágil.

Y como suele ocurrir, cuando el Estado aumenta e interviene demasiado se producen innumerables falsos positivos. Se llega a considerar víctima a quien no lo es, incluso muchos presionan para adscribirse a ese grupo de víctimas por las numerosas ayudas y apoyo social. 

La víctima es el nuevo héroe de hoy en día que despojado de responsabilidad sabe que en un debate se le atribuye la verdad y se le da la razón. Es el nuevo significante amo.

El bulletin

Del ToroTv

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