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Los fascistas sois vosotros

Los fascistas sois vosotros

Es obvio que la sociedad actual se divide en progres y fachas, ellos y nosotros. Acaso fuera más grato y exacto que a “nosotros” nos etiquetaran como anti-progres, tradicionales o conservadores. O, para pasear epítetos, los conservadores os etiquetáramos a ellos comunistas, bolcheviques o simplemente rojos. Dicho esto y levantadas las iras de la progredumbre, añado que los fachas son ellos: son intolerantes, sectarios, violentos de obra y palabra, mentirosos compulsivos, gestores nefastos e impostores por la vía dictatorial de ramilletes de leyes absolutamente inaceptables e insoportables – neo-educación, aborto, eutanasia, re-escritura del relato histórico y, sobre todo, supresión de libertades vendiendo lo contrario.

Pero lo verdaderamente preocupante es el pacto social inmanente, es decir que la gente, el votante, mayoritariamente compra la opción progre. ¿Será que tienen razón? ¿Por qué la gente se traga esa basura que, de hecho, va en contra de sus intereses, de sus vidas? ¿Será que están ciegos y sordos?

Y me encuentro posicionado muy en contra de los tópicos al uso: Femi-fascismo, cultura de la muerte, progresismo destructivo, cultura-basura o sea contracultura, comida basura, política basura…

La cultura de la muerte, por ejemplo.

Desde luego resulta intolerable lo que está ocurriendo en España pero también en todo Occidente, con gobiernos de incapaces y corruptos que planean destruir las democracias, sus economías, el estado ya inviable del bienestar, incluso fomentar la inmigración ilegal de personas que sólo suponen cargas económicas y sociales y peligro para nuestra cultura y nuestra seguridad. Además, la subcultura alienante woke se impone en todas las líneas de vida. Capitaneada políticamente por el gobierno de EEUU e intelectualmente por las universidades más progresistas, con la de Nueva York a la cabeza, sus leyes y modelos tóxicos penetran todos los rincones de la sociedad Occidental, desde las películas infantiles, los telediarios, la enseñanza, la absurda igualdad sexual y, en general, todo el espectro de cambio de paradigmas de costumbres, religión y cultura.

Pero hay más, la supresión paulatina de las libertades más elementales: de opinión, de pensamiento, de movilidad, de educación, de empresa o de sanidad. Esto se hace inoculando falsedades y mentiras sistemáticas a través de unos medios comprados por el poder político y mediante el cambio del relato histórico y la manipulación de las nuevas tecnologías, Internet e Inteligencia Artificial. En España se aprobó una ley de Memoria Histórica que nos retrotrae a los peores momentos de la Segunda República, ignorando los desmanes del estamento social-comunista y trocando a los malos en buenos y viceversa. En realidad estamos ante un golpe de Estado del Frente Popular, calcado del gobierno de Largo Caballero que en el 36 falsea las elecciones y procede a una amnistía y a la demonización de la derecha vapuleada. ¡A qué nos suena!

Los fascistas son ellos, igual que en 1936. 

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