Tal día como hoy, 17 de septiembre de 1497, el caballero don Pedro de Estopiñán conquistaba Melilla para los Reyes Católicos. En ese momento allí no había nada más que ruinas y nómadas. Desde ese día Melilla es tierra española.
Melilla había sido un puerto importante desde época romana, una plaza comercial y pesquera pujante, pero en este momento, finales del siglo XV, sólo era una ciudad muerta: las terribles guerras entre los marroquíes de Fez y los argelinos de Tremecén habían arrasado el lugar. Un campo de ruinas cuyas afueras eran frecuentadas por grupos de pastores nómadas. Eso era Melilla.
Cuando los Reyes Católicos culminaron la conquista del Reino de Granada, se plantearon establecer bases en el norte de África. Por un lado, el impulso natural parecía saltar el mar y recuperar lo que un día fue la Mauritania romana y cristiana; por otro, controlar el lado africano del estrecho era la mejor manera de prevenir nuevas invasiones. Melilla fue uno de los lugares escogidos: una ciudad vacía, rodeada por pequeños núcleos de aldeanos bereberes. La casa de Medina Sidonia decidió patrocinar personalmente la aventura. Para ello delegó la tarea en el contador mayor de la casa ducal, don Pedro de Estopiñán, que alineó una pequeña flota y cinco mil soldados de a pie. Y don Pedro diseñó una operación verdaderamente original. Dado que la ciudad estaba prácticamente desierta y completamente en ruinas, el caballero castellano no se lanzó a un ataque convencional, sino que dispuso un desembarco nocturno.
Estopiñán había hecho cargar en los barcos grandes vigas y tablones desmontables, un auténtico muro prefabricado. A lo largo de la noche, los castellanos desembarcaron las vigas y las ensamblaron a toda velocidad sobre la vieja muralla derruida. Y así, al amanecer, los moros de los alrededores descubrieron, aterrados, que la ciudad había vuelto a surgir durante la noche. Lo tomaron por cosa de embrujo, pero fue, en realidad, cosa de ingenio. A los pocos días llegó una tropa musulmana, pero Estopiñán había acabado ya el trabajo y la ciudad pudo defenderse con soltura. Aquel muro prefabricado, una verdadera obra maestra de la ingeniería militar, había cumplido su función. Desde entonces, la Corona española nunca abandonará Melilla.
Otros hechos:
1111: El infante Alfonso, seis años, hijo de Urraca de León y Raimundo de Borgoña, es proclamado rey de Galicia por una facción de la nobleza. En 1126 será, además, rey de León y enseguida de Castilla como Alfonso VII.
1485: Muere en Zaragoza, asesinado por judeoconversos, el inquisidor de Aragón fray Pedro Arbués.
1584: Nace en Sevilla el músico Francisco Correa de Arauxo, organista barroco.
1665: Muere en Madrid Felipe IV, rey de España y Portugal, después de 44 años de reinado.