Tal día como hoy, 22 septiembre del año 852, moría en Córdoba Abderramán II, emir de Al-Andalus, que había gobernado la España musulmana durante los anteriores treinta años.
El califa Abderramán II fue quien realmente dio a Córdoba su esplendor: grandes edificios, grandes centros culturales, grandes rutas comerciales… Un gran estadista, sin duda. Pero fue también un déspota brutal que reprimió a su pueblo con violencia y que a menudo recurrió al crimen para asentar su poder. Un gran dictador que ordenó arrancar las cepas y prohibió la producción de vino para contentar a los doctores de la ley islámica, que mandó crucificar a su tesorero para dar satisfacción al populacho. Saqueó una y otra vez los campos de la España cristiana y que esquilmó sin miramientos a su pueblo para satisfacer su propio gusto por el lujo.
Dicen las crónicas que Abderramán vivió enamorado durante muchos años de su favorita Tarub, una concubina que había llegado a la corte de Córdoba como esclava y que, por su talento, se las arregló para convertirse en una presencia determinante al lado del soberano cordobés. Abderramán, en las melancólicas horas de sus campañas, mataba el tedio escribiendo versos a su favorita. Con ella brillaba en la corte el eunuco Nasr Abu el-Fath, un cristiano converso al islam que fue castrado siendo niño, como castigo a las familias cordobesas por la insurrección del Arrabal, y que gracias a su inteligencia supo hacerse un hueco en la cumbre del poder andalusí. Nasr tocó la gloria cuando aplastó una incursión vikinga en Sevilla, pero pronto moriría en la peor de las situaciones: bebiendo el veneno que él mismo, con la complicidad de Tarub, había preparado para Abderramán. Y al lado del emir estuvo siempre también el músico y poeta Ziryab, que introdujo en Córdoba los refinados usos de la corte de Damasco.
En época de Abderramán se levantaron los cristianos andalusíes: fue el fenómeno de los mártires de Córdoba. El viejo emir sabrá solucionar el problema con una mezcla de mano dura y diplomacia, pero, cuando él falte, su heredero hará correr mucha sangre. Abderramán II murió dejando 87 hijos, 45 de ellos varones. Su sucesor, Mohamed, tendría que hacer frente a los numerosos problemas que Abderramán dejó abiertos. En Asturias y Navarra, mientras tanto, crecía la resistencia cristiana.
Otros hechos:
1554: Muere en Ciudad de México el conquistador Francisco Vázquez de Coronado, líder de una impresionante expedición que llegó hasta las actuales Oklahoma y Kansas.
1586: Batalla de Zutphen, en la guerra de Flandes: los tercios de Alejandro Farnesio liberan la ciudad de Zutphen, asediada por holandeses e ingleses.
1812: Las Cortes de Cádiz otorgan al Duque de Wellington el mando supremo de las fuerzas españolas durante la guerra de la Independencia.
1855: Nace en Zaragoza el periodista Mariano de Cavia, clásico de la profesión.
1987: Muere en Nueva York la abogada y política republicana Victoria Kent.