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La pederastia en la Iglesia y la sociedad. El gran chivo expiatorio

La pederastia en la Iglesia y la sociedad. El gran chivo expiatorio

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Tras leer el ensayo “La pederastia en la Iglesia y la sociedad. El gran chivo expiatorio”, de Josep Miró (2025), queda claro que los políticos y el Defensor del Pueblo por medio de los medios de comunicación subvencionados se han dedicado de forma insistente a denunciar el 1% de los abusos y “sorprendentemente,” no han dicho nada del otro 99% de los casos. 

A todos nos llamó la atención el número de abusos sexuales perpetrados por la iglesia que a bombo y platillo publicó EL PAÍS (2023), el titular decía: “Se estima en 440.000 las víctimas de pederastia en la Iglesia española.” Pero si fuera cierto aquel informe -sesgado intencionadamente y avalado por del Defensor del Pueblo- se habrían cometido nada menos que 3,7 millones de abusos sexuales en colegios (no religiosos), y salta a la vista que esto es algo imposible puesto que no hay tantos niños. Incumpliendo el principio de la lógica de “no contradicción,” no puede haber más niños abusados que niños… en fin.

Pero ahí quedó el estudio en la memoria colectiva, y, una vez instalada la asociación pederastia-religión, es prácticamente imposible cambiar el imaginario social en este tema; el daño ya está hecho.

Menos mal que conocemos el cuento del rey desnudo, una fábula con un mensaje de advertencia: “No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad.”

Aquello fue un verdadero atropello y algunos llegamos a la conclusión de que el Defensor del Pueblo sirve para poco, o nada, en este caso sirvió a los políticos para sus propios intereses propagandísticos.

Impidiendo que el desánimo nos invada, debemos acudir a la ciencia; los psicólogos en temas de investigación -he de reconocer que somos bastante sesudos- y tenemos evidencias de que tales abusos son perpetrados en el seno de la familia o por familiares “más o menos” en un 70%. También sabemos que la mayor prevalencia en este tipo de delitos se encuentra entre los 14 y 17 años, es decir, para que la gente lo entienda de forma sucinta, son abusos que se comenten “entre menores” y en el periodo escolar. 

En este sentido, sabiendo que el periodo escolar y la adolescencia es un periodo muy sensible, se podrían realizar muchísimos talleres y formaciones a nivel escolar de prevención universal, selectiva o indicada pero, tampoco se ha hecho nada.

La primera Cátedra de sexualidad que se estableció en España fue en la Universidad pública de Salamanca, siendo su primer catedrático, Félix López reconocido y querido en todo el mundo. Tuve el honor de ser su alumno y pasados años presentó mi ensayo “drogodependencias y sexualidad (2020).” Este profesor fue pionero en los estudios sobre abusos sexuales en España, en varios de estos estudios evidenció que el 0,4% fueron cometidos por religiosos.

La realidad es que sabemos que los sacerdotes cometieron aproximadamente el 0,8%, dependiendo de estudios, una cifra dolorosa por lo que significa, pero insignificante estadísticamente y cercana a lo que se puede considerar margen de error en estadística.

A este respecto, el autor barcelonés del ensayo J. Miró, en una entrevista, añadió oportunamente: “Un año antes de que el Congreso acordara centrar la atención únicamente en personas vinculadas a la Iglesia, fue derrotada una propuesta de Esquerra Republicana que pedía investigar el conjunto del sistema escolar.”

De tal suerte, queda claro que la única motivación era desprestigiar a la iglesia católica (y por cierto, nunca a otras confesiones religiosas).

Una motivación verificada en numerosas ocasiones; sin ir más lejos, hemos comprobado “una y otra vez” como responsables de otras confesiones religiosas huyen de España a sus países de origen tras una denuncia de abuso sexual. Noticias que nunca han saltado a los grandes medios de comunicación, ¿por qué…?

El autor, también expone numerosos ejemplos de persecución a la iglesia católica a través de los medios subvencionados, como el caso de “las famosas fosas comunes de niños indígenas de Canadá, una gigantesca fake news contra la iglesia católica, que desvelado el engaño, no se produjo una rectificación acorde a la campaña desplegada por El País, La Vanguardia y TVE, entre otros.”

Después de trabajar 30 años como psicólogo en diferentes centros para menores y en consulta, y tras publicar varios estudios científicos sobre abusos sexuales, he de concluir que no he conocido ningún caso de abuso sexual de la iglesia, y cuando digo ninguno, es ninguno.

Por contra, he constatado cientos de casos de abusos sexuales y violaciones provenientes de: vecinos, amigos de la familia, entre personas con problemas de adicciones, desconocidos en un ascensor o en un portal, en la escuela, abusos perpetrados por personas dedicadas a la política, en los  gimnasios, etc.

De manera forzosamente sintética, no debemos perder el norte y debemos dar repuesta cabal a la pregunta inicial, ¿por qué los políticos solo hablan constantemente de un 1% de los abusos sexuales en los medios de comunicación y se omite el 99% restante?

En principio, la respuesta sería que el Estado ha sustituido a la familia muy rápidamente. El Estado debe ser el garante “de todo”, e incluso debe cumplir la función de padre. Como dijo la ministra progresista, que fue portavoz del Gobierno, Isabel Celaá: -Los hijos son del estado-.

Asistimos a una sociedad, cada día más angloprotestante, donde destacan dos polos: el individualismo aislado, donde el sujeto debe disfrutar sin vínculos salvo el vínculo con el Estado. Y por otro lado, un Estado burocrático que demanda una lealtad total, que de paso controla con subvenciones los medios de comunicación para implantar su ideología.

Pues bien, todos los procesos intermedios como la familia, la tradición, los rituales o la religión católica estorban al Estado, llegando a ser instituciones que molestan, siendo un freno que impide el ejercicio exclusivo del control del Estado.

Decía acertadamente la conocida socióloga Eva Illuz (2020), “de ahí que la defensa de la institución conservadora de la familia pase a ser un acto profundamente subversivo bajo el totalitarismo.”

Era de justicia social publicar un ensayo sobre este tema, enhorabuena tanto al escritor como al editor por su valentía.

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