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La promoción de la inmigración masiva de africanos llega a Colombia

La promoción de la inmigración masiva de africanos llega a Colombia

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¿Inmigración africana para Colombia?

Actualmente, uno de los acontecimientos más impresionantes es el de los inmigrantes africanos ilegales, enormes contingentes humanos, que desafiando en barquichuelos las ondas del Mediterráneo, logran llegar a sus costas para, tarde o temprano, acceder al “sueño europeo”, donde los esperan los oficios más humildes y la marginación social, en un continente agonizante que sus hijos se disputarán con los de los musulmanes, porque los europeos han dejado de tenerlos.

El otro, no menos terrible, es el de los que caminan miles de kilómetros, desde Urabá hasta la frontera de los Estados Unidos, a donde finalmente acaban llegando centenares de miles para vivir “el sueño americano”. ¿Cómo es posible que bebés, niños y ancianos sobrevivan atravesando el Tapón del Darién? En uno y otro caso, dizque los inmigrantes son los más pobres de los pobres. Entonces, ¿de dónde sacan los US $ 7000 per cápita que al parecer cobran los coyotes para conducirlos desde Necoclí hasta Texas, o los muchos centenares de euros que hay que pagar para poder abordar las frágiles embarcaciones en las que surcan el Mare Nostrum? ¿Quién les da de comer y les paga el alojamiento durante largos meses?

Estas multitudinarias migraciones tienen mucho qué ver con el invierno demográfico de Europa, con la miseria del África, con la incontenible diáspora venezolana (¡que ya va en el 25% de la población!), y el hambre en Haití, pero también con procesos tan horrendos y devastadores como el que avanza para la sustitución poblacional de Europa. Esta es querida por las fuerzas políticas detrás de la promoción del aborto en las europeas y el favorecimiento de la inmigración de color hacia un continente envejecido en el que la edad media de las mujeres se acerca, o supera en algunos países, los 45 años. Inclusive hasta las marginales iglesias ex cristianas bendicen las estériles uniones del mismo sexo, para rubricar cultural y moralmente el suicidio de la raza blanca, prevista ya desde los años 60 por Alfred Sauvy.

Este diciembre, los colombianos pasaron por alto dos asuntos de la mayor gravedad:

1.- La atroz reducción del número de nacimientos, que vienen en caída libre desde hace 10 años. En 2013 nacieron 658.835 en nuestro país; 573.625 en 2022, y en 2023, apenas 428.355.

Ese 35% de reducción en la década presagia nuestro próximo invierno demográfico.

2.- La eliminación del visado para el acceso de gentes de dos docenas o más de países africanos, como resultado de las visitas relámpago de Francia Márquez a tres o cuatro capitales de ese continente.

Desde luego, la vicepresidente conoce de esos países lo mismo que allí saben de nosotros; y además, los temas evocados rápidamente en esta columna le son tan ajenos como todos los que no tengan que ver con el color de la piel.

Sin mayor dilación el gobierno, después del sabroso periplo de dicha señora, abre la puerta de par en par a la posible invasión masiva de africanos a Colombia. Con un destino sin sobresaltos, riesgos ni dificultades, mejor volar a Bogotá que exponer la vida en el mar.

Hasta ahora, apenas unos pocos centenares han llegado a El Dorado, dizque rumbo a El Salvador, para luego emprender la caminata hasta los Estados Unidos, pero, ¿Cuánto tardará el comienzo de la invasión africana?

No pienso que Francia Márquez haya planificado ese resultado, pero para ella no será lamentable asistir al inicio de la sustitución poblacional en Colombia, proceso que puede darse en una o dos generaciones, si nos complacemos en estar a la moda globalista de la agenda 2030, alcanzando a Europa en su carrera hacia la extinción.

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