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Ni Dante ni Shakespeare ni Goethe, Cervantes fue el más original

Ni Dante ni Shakespeare ni Goethe, Cervantes fue el más original

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Asistiendo a un seminario de literatura en la Universidad de Granada pude escuchar a la doctora en literatura Manar Ahmed Elhalwany. Esta profesora egipcia planteaba que, de las cuatro obras “internacionales”: La Divina Comedia de Dante, El rey Lear de Shakespeare, Fausto de Goethe y El Quijote de Cervantes, este último, ha sido el único entre los cuatro que logró una máxima creatividad y originalidad. 

En las siguientes líneas veremos por qué esta docente sostenía con la franqueza que ofrece la neutralidad, tal interesante hipótesis. 

La primera de las cuatro obras comparadas fue la Divina comedía de Dante Alighieri, escrita entre 1304 – 1321. Constituye un gran error atribuir originalidad a esta obra pues, según el arabista español y sacerdote Asín Palacios, Dante, copió la idea de la Escatología Musulmana (la ascensión de Mahoma) y que a su vez, esta ascensión de Mahoma se inspiró en el papiro “Ani” y el Libro de los muertos del Antiguo Egipto. 

La estructura y la idea de la obra italiana era en suma, un plagio de un plagio. Ustedes pueden leer el análisis comparativo en el libro “la escatología musulmana en la Divina Comedia” de Asín Palacios. 

En segundo lugar se analizó Fausto del escritor y filósofo alemán Johann Wolfgang Goethe (1749-1842), de forma sintética, el autor alemán copió la estructura y el tema de una leyenda colectiva del s. XV, que es la “historia de Barsisa”. El místico que pactó con el diablo para salvarse, esta historia ya era un cuento popular mucho antes de la publicación del famoso Fausto. Literariamente no se puede considerar ni estimar la obra como consecuencia de una intuición “de genialidad” de su autor, -añadió la profesora-. 

En cuanto al inglés Shakespeare, los plagios son bastante frecuentes, el autor inglés copió “El rey Jonás” de Las mil y una noches, para crear su famoso El rey Lear. 

Incluso los temas tratados como la deslealtad, la traición, la ingratitud, son los mismos temas copiados de la misma historia. 

Lo que llama la atención es que Shakespeare, según los críticos, no pocas veces se inspiró en “Las  mil y una noches”: El mercader de Venecia copió al El mercader Masrour التاجر مسرور, donde ambos mercaderes son judíos, usureros, etc.

También la obra de Otelo está copiada de la historia de Abid Alá Al Gauhari عبيد الله الجوهري

En cuanto a la novela de El Quijote, la profesora Elhalwany insistió, que es considerada como la primera novela moderna sin rival alguno. Habla por primera vez de personajes comunes y corrientes de la vida real: el pastor, el cura, Sancho Panza, es una obra realista. 

Al contrario de sus homólogos, Cervantes fue el único escritor de su tiempo que, en principio, no tuvo ningún tipo de privilegio. Todos los demás autores atesoraban un mecenas, un rico que les apoyaba, todos, salvo Miguel de Cervantes. 

Él vivía -en parte- de vender sus libros, de su creatividad y originalidad, pues sin facilitador alguno nadie le pagaba para que escribiera como era el caso de sus homólogos. Esta relación directa escritor /autor fue bien diferente en Cervantes.

Antes de “El Quijote” existía lo que se llamaban historias de caballerías pero nunca llegó a ser considerado como arte novelístico hasta que vio la luz la novela de Cervantes en el año 1605.

Nuestro ilustre Cervantes escribió El Quijote con el brazo amputado y buena parte de su obra la escribió en la cárcel en una situación muy precaria.

Podemos decir que Cervantes tuvo mucho mérito frente a Shakespeare que, cuando escribió el King Lear era un privilegiado por la iglesia y la corona de su país, algo así como un niño bonito muy British bronceado y cuidado entre algodones.

Como me he pasado media vida trabajando con drogadictos, gente de cárcel y personas desfavorecidas, “creo” (y lo intento decir con humildad) que reconozco enseguida cuando alguien tiene más mérito que otro, como decía el ensayista Antonio Escohotado la vida es una combinación de “suerte y tenacidad,” y no todos jugamos con las mismas cartas.

Debemos admitir, que desarrollar ideas y arte cuando alguien está en una situación difícil como Miguel de Cervantes tiene su aquel y vaya por delante mi reconocimiento y admiración.

Sin ir más lejos, podemos visualizar a la mayoría de los afamados escritores del XIX como rentistas acomodados, véase por ejemplo el francés Balzac, un gran rentista. Doy por hecho que, en aquellos siglos un obrero albañil no tenía tiempo para escribir alegorías, pero si las hubiera escrito, deberíamos. cuanto menos el reconocerlo. 

En resumidas cuentas, tanto Dante, Goethe o Shakespeare por mucho que los defiendan a capa y espada en sus respectivos países, y aunque estos autores hayan sido saciados de reconocimientos y estatuas para deslumbrar al vulgo para que nuestros ojos vayan tras de ellos, la realidad, es que plagiaron y plagiaron mucho.

Por este motivo, la profesora cairota Elhalwany terminaba su seminario sosteniendo que podemos resaltar la absoluta genialidad de la obra universal de El Quijote de la Mancha.

Nada más que añadir. 

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