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El niño, al cabo precursor del hombre, pocas cosas ama tanto como la repetición. El niño es un maniqueo convencido, no solo de querer malos muy malos y buenos uniformemente buenos, sino de desear en sus cuentos tipos humanos fijos y recortados con líneas gruesas como en sus dibujos.

Por eso el pueblo, en lo que tiene de niño, creó la Commedia dell’Arte, con su Arlequín y su novia Colombina, el astuto Brighella, el torpe Polichinela o el rústico Truffaldino. Nadie quiere que Pantalone deje de ser un viejo avaro, o que Polichinela se ponga a dieta y pierda su tripa prominente.

Hace falta crecer y deformarse para preferir el matiz y la gama de grises, para abonarse a la novela psicológica o al teatro social.

Pero este amor al personaje encasillado, al ‘tipo’, es tan profundo que sobrevivió a la complejidad, y así un Shakespeare o un Lope de Vega mantienen el ‘fool’, en estas tierras el gracioso, el alivio cómico que recoge el cine para destensar situaciones.

La política de partidos, heredera del teatro, tiene también estos personajes, tan útiles para avanzar la trama y distraer al personal. Es, por ejemplo, la inapreciable labor de García Page.

García Page es un hombre humilde, al que parece no importarle resultar risible. Es el falso Pepito Grillo que tranquiliza a las masas de votantes socialistas, que ven en él un valladar a los desmanes del liderazgo cuando en realidad es su perfecta coartada. Hasta sus formas bruscas y ‘francas’, su hablar rudo, su rostro de campesino receloso pero honrado, de los que llaman pan al pan y vino al vino, se ajusta admirablemente a su papel.

Ha dicho en su última actuación que el PSOE está “en el extrarradio de la Constitución”, y en el partido han hecho el teatrillo de la indignación. Page les ha dado el pie, la excusa para explicarse.

Page representa (en el sentido teatral del término) al Socialista de Principios, el PSOE bueno de las fantasías peperas, siempre con la brocha en la mano para pintar nuevas líneas rojas cada vez. Porque siempre hay una nueva, porque Page siempre ve el límite muy cerca como en una asíntota, que nunca llega a tocarlo. Como el horizonte, el “hasta aquí hemos llegado” siempre está más allá. No va a acabarse la pintura roja para Page.

Y mientras Page queda para el común como el hombre con un pie fuera del PSOE, político temerario a fuerza de honradez, lo cierto es que Page tiene asegurada la nómina como pocos. El PSOE le necesita como la manada necesita al Lobo Omega, como el Rey Lear necesita al Loco. Es su escudo necesario, la coartada perfecta de su avance revolucionario.

El bulletin

Del ToroTv

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