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Trapallada 

Trapallada 

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Trapallada es una palabra en gallego que no tiene fácil traducción al español pero que vendría a significar algo así como una cosa mal hecha o una chapuza. 

Pasando de los Arcares, a los gallegos se nos conoce por el acento. Por las buenas (y largas) comidas de mariscada en El Grove, de pulpo á feira de Melide o de Aurora do Carballiño, tortilla de Betanzos, percebes de San Andrés de Teixido, pimientos de Padrón, empanada de Mondoñedo, lacón con grelos, queixo do Cebreiro, callos y cualquier otra cosa de pota, que no olla. Con Albariño, Godello o mencía. Y filloas, que somos larpeiros de nacimiento. De chegar e encher. Aunque la Estrella se toma amodiño. En el lugar en el que a los niños los cogemos en el colo. Los bebés son riquiños feitiños. De llevar un paraguas, no vaya a ser, se escaralle el día y se ponga a llover. Porque las cosas se hacen con xeito. Y malo seráAínda por riba sufrimos las fanecas de La Lanzada. Pero menudo atardecer. Donde respondemos con una pregunta. Casi todo depende. Somos de retranca. Porque somos rabudos y un poco toxos, pero con xeito y sentidiño. De ser más listos que un allo. Aunque los hay parvos y barallocas. Que sí, que muchos días son grises. Pero nunca choveu que non escapara. Y menudo regalo de verde, de carballos y castaños con malvas, camelias y hortensias. Los días soleados haberlos, haylos. Del lugar del que aquellos que nos fuimos, algunos marcharon porque tenían que marchar, sufrimos de morriña.

Galicia se enfrenta en poco más de un mes a las elecciones que decidirán quién está al frente de la Xunta por cuatro años más

Pero menuda trapallada. Galicia se enfrenta en poco más de un mes a las elecciones que decidirán quién está al frente de la Xunta por cuatro años más. Y sólo escucho hablar de las boliñas, granzas de plástico o péllets. Microplásticos no porque serían imperceptibles para el ojo humano. Tanto como parece que lo son los problemas de los gallegos para nuestros políticos. Si bien es cierto que esta marea blanca ha inundado nuestras playas y supone un verdadero desastre, lo es tanto como la la playa de Tarragona que está catalogada como la más contaminada de toda Europa por la planta petroquímica. Ocho empresas han sido sancionadas desde que en 2018 la oenegé Good Karma empezara a recoger esas bolitas de plástico. Yo tampoco había escuchado hablar de ello y desconocía por completo que esto ocurriera desde ¡hace seis años! Esta humilde servidora gallega se pregunta: ¿si no hubiera elecciones el 18F, le importaría tanto al gobierno central? Pregunta retórica, que se responde sola con mirar a Tarragona. 

Galicia tiene problemas y complejos compartidos con eso que llaman España vaciada

Galicia tiene problemas y complejos compartidos con eso que llaman España vaciada. Leía en El Progreso no hace muchas semanas que casi la mitad de los propietarios de granjas tenían más de 65 años. Orense es la población más envejecida de España. Cada vez hay menos niños y más jóvenes que se van. Las aulas se vacían y los pocos pequeños que quedan ven cómo su mejor profesor, el de música, se ha ido porque no cumplía con la exigencia del C1 del gallego. He hablado esta lengua desde que soy pequeña y a día de hoy sigo haciéndolo pero de ahí a usarlo como una herramienta política nacionalista, hay un paso.  Los pocos de la ‘Galiza ceibe’ serán más dentro de no mucho, que no nos sorprenda.

En el rural no es que haya muchas oportunidades y tampoco es que se lo pongan fácil a los jóvenes que se lanzan a la aventura. Fuera de él y en las ciudades, las cosas tampoco son fáciles. En Lugo, por ejemplo han logrado que no haya ni un coche en el núcleo urbano y se han llevado con ellos la vida en el centro. Hasta Zara se ha marchado. Así que no quiero ni pensar cuántos pequeños comercios han bajado la persiana. Si uno se pasa por los pueblos tampoco es que la situación mejore mucho. La poca vida que les queda se pasa en cafés mañaneros que uno aprovecha para ver a quién se encuentra en la barra de alguna cafetería tras hacer los recados pertinentes. Recados que se han limitado a las grandes superficies mientras hay quien se resiste a que el carnicero o la pescadería de toda la vida se quede sin clientela. Y los bancos, cada vez hay menos por estos lares, unos cierran y otros intentan enseñarles en vano a nuestros abuelos cómo usar un cajero a su edad en aras de la digitalización. Una aplauso por aquellos que lo han conseguido, creo que sería incapaz en su situación. Las tardes pasan más duras y frías, cuando cae la noche ya no hay ni un alma en pena que quiera ahogar las penas en cualquier bar. Y así, la vida pasa y pasa.

Y me dirán que no hay cosas de las que hablar en (pre)campaña electoral.

Menuda trapallada.

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