Para cualquier analista, con independencia de su ideología, la tensión europea de la Posguerra no se resolvió ni con la brutal Gran Guerra II, cerrada a medias en Yalta en1945 por los tres líderes principales aliados contra el nazismo, un agotado Churchill por el Reino Unido, un moribundo Roosevelt por EEUU y un pletórico Stalin por la URSS, a la postre el orgulloso vencedor de la contienda, ni con la subsiguiente mal llamada Guerra Fría, una vez descubierta por Occidente la verdadera naturaleza del Comunismo. Y tildo de vencedor a Stalin, pues impuso sus fronteras occidentales devorando toda la Europa Oriental mediante un telón de acero y un control ideológico férreo, aunque para lograrlo tuvo que apisonar con sus tanques Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968). Sólo se resistió el dictador Tito, al que Stalin temía como a un nublado cargado de pedrisco.
Es evidente que Rusia, capitalista o comunista, es una permanente amenaza para Europa por su ausencia de cultura de libertades
Por eso la actual campaña de Putin, al mando de una Rusia capitalizada en manos de sus amigotes y con las reservas de hidrocarburos más abundantes del continente euroasiático, pretende restaurar, en parte de momento, la antigua seguridad de los tiempos estalinistas. La primera pieza a cobrar se llama Ukrayna. Y es evidente que Rusia, capitalista o comunista, es una permanente amenaza para Europa por su ausencia de cultura de libertades y una ambición territorial que nunca acabó en los Urales ni en la Gran Polonia. En el fondo algo parecido al imperio más extenso conocido, el Mongol, que parece encontraba satisfacción sólo en recorrer las inmensidad de las estepas a lomos de sus pequeñas monturas sentados sobre su putrefacta carne de cabra o yak y sin asimilar costumbre alguna que no fuera su vida al aire gélido bajo la protección del cielo azul. Algo así como un orgulloso propietario de fincas que la recorre a caballo sin otra finalidad que comprobar su extensión.
Hoy esos países de frontera-barrera, buffer States en inglés, son miembros de la OTAN
Pero a diferencia del teatro territorial y fronterizo de 1939, hoy esos países de frontera-barrera, buffer States en inglés, son miembros de la OTAN, con la excepción precisamente de Ucrania, cuya candidatura ha provocado al gigante ruso. Putin no olvida, puesto que ya estaba en el disparadero de la sucesión de Yeltsin, que Occidente garantizó no extender su OTAN a los países ex-soviéticos. Y los que han olido ya al lobo, oído su rugido, Suecia y Finlandia, pretenden acelerar refugiarse bajo el paraguas OTAN. Hay que recordar que este objetivo ruso empezó a verificarse con el ataque en 2008 a Georgia, que también pretendía unirse a la OTAN, saldado con la derrota y el reconocimiento de dos repúblicas independientes, Abjasia y Ossetia, y la anexión de Crimea en 2014, sin que la OTAN moviera un músculo. Ya le parece al nuevo zar de las Rusias que la pertenencia de las tres repúblicas bálticas es un asunto intolerable para su seguridad. El caso de Finlandia sería también un casus belli, como lo ha sido el proyecto de una base de EEUU en Ucrania.
Hay mucho odio de por medio, algo parecido al caso catalán en España
Pero el tema de Ukrayna es ciertamente más que especial, no en vano es étnica y lingüísticamente afín e históricamente madre del Rus inicial de Kiev, en la Edad Media, aunque el freno a la expansión mongol del siglo XIII lo pusiera el príncipe de Moscú Ivan el Grande, apodado el Terrible, si bien por entonces las Rusias no tuvieran conciencia de serlo. No deja de ser razón de fondo, si bien también es digno de considerar los deseos de independencia y soberanía propia de la mayoría de los ucranianos, por mucho que una parte se sienta rusa. También es cierto que durante el siglo XX la hija rusa se ha portado más que mal con la madre: la hambruna provocada, en 1934, deportaciones masivas, desdén constante y el accidente de Chernobyl. Durante la caída de la URSS la madre Ucrania fue un factor desencadenante de primera magnitud. Hay mucho odio de por medio, algo parecido al caso catalán en España.
Tenemos «una Europa en proceso de suicidio, con una Comisión vendida al globalismo»
Dos obviedades, sin embargo. La primera es que Ucrania no puede hacer frente al coloso militar ruso y será barrida en un plazo corto, sus instituciones ocupadas y corregidas de lo que Putin llama fascismo, colocará un gobierno títere, como en Bielorrusia, y lo venderá como nueva democracia y libertad, en definitiva será sacrificada y abandonada a su suerte, una suerte que será putinesca. A no ser que tomaran cartas la OTAN y la UE. Y la segunda sería más triste aún y no es otra que la impotencia de la UE, de una Europa en proceso de suicidio, con una Comisión vendida al globalismo y unos gobiernos conniventes, encantados cabría decir, con los desmanes agendistas en proceso – guerra a la carne y a la agricultura, inmigración ilegal tolerada, ausencia de ejército, promoción del programa LGTB, aborto como derecho propuesto para añadirlo a la Carta Europea, vacunación reiterada obligatoria, ministerio de la Verdad… y demás lindezas del buenismo imposible e insostenible de la propia Agenda 2030, esa cuyos pins de solapa lucen sin rubor los líderes europeos de uno y otro signo.
El objetivo globalitario propuesto por Davos de gobierno único mundial está verificándose a velocidad ya de crucero
El objetivo globalitario propuesto por Davos de gobierno único mundial está verificándose a velocidad ya de crucero. De momento tenemos dos sólidos candidatos en China y Rusia y una pléyade de mediocres líderes en lo que en lenguaje orwelliano sería Oceanía: cretinos repartidos por el Nuevo Mundo siguiendo agendas neo-comunistas, un vejestorio al mando de la aún primera potencia y, mirando a Europa, unos políticos sin cuajo ni brillo que sólo persiguen mantenerse en el poder al precio que sea y poniendo la mano a las dádivas de Davos y Bildeberg. Sólo así se explica el suicidio de Europa, otrora cuna de la cultura, del arte, de la libertad, de la sofisticación…. y ahora en manos de una caterva de mediocres y malvados dirigentes que lo dejarán de ser para ofrecer sus puestos en el altar del Gran Hermano y desparecer hacia paraísos reservado a los ricachones. O ni eso, acaso serán sublimados, desaparecidos como en “1984”.
Y como el Gran Hermano debe ser imperecedero, será virtual. Mientras se llega a ese perfecto líder, habrá disputa por la primacía, lo que posiblemente suponga una guerra total que, de paso, eliminará la población que sobra y que no haya sucumbido al embate de la cultura de la muerte adoptada en Occidente, ABORTO MASIVO, EUTANASIA Y PANDEMIA. Ya no se oculta que se pretende una demografía sostenible -sagrado adjetivo- de 3.000 millones de esclavos felices, menos de la mitad del actual guarismo.
En este contexto siniestro el sacrificio de los 44 millones de ucranianos no pasa de anécdota
En este contexto siniestro el sacrificio de los 44 millones de ucranianos no pasa de anécdota. Ya veremos lo que ocurre en el siguiente capítulo de la disputa referida en el párrafo anterior, cuando China ataque a Taiwan y Rusia siga su camino de la recuperación de su territorio cuando era la URSS: los países bálticos y los centroeuropeos que hacían de barrera, el telón de acero, miembros de la OTAN en la actualidad. Dos imperios que forzosamente tienen que expandirse a costa de su oriente, el uno, y de su occidente, el otro. ¡Japón e Indonesia temblad!, ¡Europa, dispónte al famoso rapto del mito!
Como en Orwell, el futuro pinta eslavo en Europa, con guerra nuclear o, simplemente, sentándose a esperar la caída de los frutos podridos
Concluyamos. Ucrania hoy y dadas las debilidades manifiestas de Europa Occidental y de los EE:.UU va a ser absorbida por la órbita rusa, probablemente aún no como territorio, sino como socio ideológico, imponiendo unas elecciones en las que forzosamente saldrá elegido un gobierno pro-ruso. De momento eso calmará el hambre de Putin, pero es temporal, pues la “amenaza” OTAN sigue a las puertas de su frontera. A medida que sus oponentes occidentales sigan deteriorándose en su marcha aparentemente inexorable hacia el barranco, Putin planteará nuevas exigencias. Como en Orwell, el futuro pinta eslavo en Europa – la isla británica ya navegando por libre -, con guerra nuclear o, simplemente, sentándose a esperar la caída de los frutos podridos. La esperanza es lo último que se pierde y a pesar del renacimiento de un cierto nacionalismo o patriotismo reaccionario al empuje del neo-comunismo global y destructivo de los valores que hicieron a Occidente el adalid de las libertades, la economía y la cultura, el caso del Vox en España, la batalla de las ideas la va ganando de calle el estamento totalitario. Consideremos que las acciones cruentas de Rusia en Ucrania ya cuentan con el apoyo de Venezuela, Cuba, China y los integrantes del Foro de Puebla, que hoy son todos los países del universo latino-americano excepto el Brasil de Bolsonaro de momento y con permiso de un Lula excarcelado y frenado en sus ambiciones presidenciales. Hasta Canadá se ha hecho totalitaria al mando del chiquilicuatro Trudeau y con la excusa de la pandemia del coronavirus. Y también los elementos social-comunistas del gobierno español y de otros países de Europa se frotan las manos ilusionados por la posibilidad de que Putin haga renacer la doctrina marxista.
Y ocurre que la derecha ensoberbecida con sus supuestamente eternos valores, no sabe ni quiere propagarlos, dejando a la izquierda el monopolio de la ética y su propaganda. Y así nos luce el pelo y si no pregúntenle a Boris Johnson.
LA YEDRA, 24 DE FEBRERO 2022
Tras una semana de guerra el tirano Putin ha puesto en alerta su sistema de misiles nucleares, un gesto más que relevante. Y voy a decir una burrada: creo necesario un ataque preventivo nuclear por parte de Occidente mediante los submarinos de EEUU y UK que tienen capacidad para penetrar hasta el golfo de Finlandia y las costas del mar Negro y destruir toda la capacidad nuclear ofensiva que puedan y amenazar seriamente la capital, Moscú, y San Petersburgo si hay respuesta rusa. Es tácticamente plausible, pues desde ambos mares la distancia a Moscú es de apenas 800 kilómetros y en una hora quedaría resuelto el ataque. En la simulación de holocausto nuclear que ha publicado con un mapa explícito la Universidad de Princeton, los ataques mutuos tras una iniciativa rusa ambos países y toda Europa quedan obliterados en ocho horas, mientras se calculan las víctimas subsiguientes en 100 millones de personas. Aunque ese cálculo se me antoja muy limitado: no sólo hay que contar las víctimas inmediatas, también las subsecuentes a medio plazo. El ataque preventivo occidental sería mucho menos cruento sin duda.
Alternativamente, un comando podría infiltrarse en Moscú y tratar de asesinar a Putin y secuaces señalados de la Duma, operación con escasas probabilidades de tener éxito, dada la chapucería de EEUU y su ineficiente CIA, puesta de manifiesto en el último capítulo por ahora, la retirada de Afganistán. Sería deseable encomendar el asunto a Israel, suponiendo que quisiera.
Es de temer que este asunto de la re-expansión rusa no se acabe con esta guerra, incluso aunque sanciones y diplomacia consigan el objetivo de frenarla.
LA YEDRA, 28 DE FEBRERO 2022
Han transcurrido dieciséis meses y la guerra ucraniana continúa, al parecer estancada y con ataques mutuos contenidos y restringidos a estratégicas zonas de la amplia llanura. Algunos de estos, por parte rusa, persiguen consolidar los territorios ocupados y crear pánico entre la población civil, mediante misilazos a hospitales, escuelas o almacenes de cereal. Los ucranianos a su vez, dependientes para reposiciones de armamento y munición de las potencias OTAN, lanzan esporádicos ataques de recuperación de su geografía, sin gran resultado y con más ruido que nueces.
Recientemente, los rusos bombardean las instalaciones portuarias de Odessa y han declarado enemigos a todos los barcos que naveguen por el mar Negro— ya veremos si se atreven a pasar la raya. También se ha producido un conato guerracivilista en Rusia con el avance hacia Moscú de las tropas mercenarias de la brigada Wagner que, no obstante, ha parado de forma abstrusa su ofensiva a menos de 100 kms de la capital y reconciliado con Putin, saldándose la operación con un falso exilio a Bielorussia.
Por parte de la Otan se han verificado las adhesiones de Finlandia y de Suecia, esta última tras el levantamiento político del veto turco. No se ha producido de momento el temido casus Belli, aunque si la entrega de misiles nucleares a Minsk. Como curiosidad hay que destacar la demencial propuesta de la Otan de que se uniera a la organización la propia Rusia y el objetivo confeso de trocear del inmenso territorio ruso. Se ha suministrado material bélico a Zelensky en forma de carros Leopard y bombas de racimo, aunque aún no hay entregas de cazas, un elemento sin el que Ucrania no puede vencer. Corren rumores de una próxima aceptación de Ucrania en el club europeo y en la Otan, lo que pone en puertas una próxima conflagración bélica nuclear.
Sin embargo, parece que Occidente vive al margen de esta posibilidad, no se la cree, lo que es en extremo preocupante y recuerda la blandura ante Hitler tras la invasión de Checoslovaquia en 1938 y que condujo al desastre de la Segunda Guerra Mundial. El oso parece dormitar pero no hay que fiarse.
LA YEDRA, 24 DE JULIO DE 2023.