La izquierda siempre ha intentado ofrecer la imagen de superioridad moral hasta que un buen día, ellos mismos han abierto la ventana y han contemplado las consecuencias de sus cinco décadas de “éxito”: al abrir el ventanal de par en par han visto un mundo de personas solitarias-con-mascota, parece un tanto exagerado, pero la realidad es que ya no hay niños por las calles.
La propia palabra progresismo incluye que siempre hay que estar progresando sin límite, non-stop, pero, ¿dónde está el límite?, puesto que progresar implica seguir avanzando y alejarse siempre de lo tradicional, de lo español, de la familia.
Progresar es dividir más aún a hombres y mujeres, no bastan las actuales 537 leyes y ventajas a favor de la mujer (sic).
Han conseguido a través del cine español subvencionado, que el espectáculo mayoritario sea ver como la gente se pone los cuernos.
Han conseguido que no haya relevo generacional y que los barrios estén llenos de extranjeros que muchos de ellos odian nuestras costumbres.
Su éxito ha llevado a odiar al empresario y tras décadas de progresismo y a día de hoy, casi todos los jóvenes quieran ser funcionarios, ha llevado a freírnos a impuestos para que nadie destaque demasiado por su esfuerzo.
El progresismo nos ha llevado a una política educativa que insiste en la auto observación de las emociones y la sexualidad acercándonos cada día un poco más a la dicotomía individuo masa y estado protector.
Y al final ese “éxito” progresista se ha tornado en una libertad “negativa”, un concepto que está cercano a la neurosis del Tinder. Una sociedad de gente solitaria-con-mascota.
Se ha hablado mucho del aumento de Enfermedades Mentales estas décadas, y en principio podríamos pensar que tanta angustia surge también ante la falta de referencias simbólicas, patria, familia, religión, vínculos, etc, todo un cóctel para sentirse vacío. Si algo puede generar angustia es el exceso de libertad sin límites que se torna libertad negativa, el conocido placer non-stop, el goce que dirían los lacanianos.
Para calmar la angustia, el progresismo favorece el Estado como sustituto de la familia y además -de manera incluso violenta-, llegando a ser una cortesía negativa. Al final somos un cóctel de gente aislada-mascota protegida por ese Estado que hace la función de padre protector.
Pero la gran coartada del progresismo ha sido ofrecer “la imagen de solidaridad”; pero siguiendo este hilo, el progresismo no tiene claro el límite de la solidaridad non-stop. ¿Dónde está el límite? ¿Metemos en el país a un millón de inmigrantes o a cien millones de inmigrantes Taiwaneses? La Izquierda no entiende ni por asomo la protección del endogrupo frente al exogrupo, de ahí que se la esté llamando islamoizquierda, pues no entiende la diferencia de los nativos y los inmigrantes, esto explica mejor que ahora se manifiesten para que den una casa gratis al Iman de Salt (Gerona) después de vivir 5 años de okupa.
Esto explica que, en vez de fomentar que los nativos españoles tengan hijos por medio de la familia, lo que hacen es abrir las puertas a millones de extranjeros.
En fin, solo hay que abrir la ventana y ver la calle de solitarios-mascota para entender el enorme éxito estas décadas de progresismo.