Tal día como hoy, 8 de enero de 1879, moría a los 85 años de edad el general Baldomero Espartero, príncipe de Vergara, virrey de Navarra, dos veces presidente del Consejo de ministros, regente del Reino entre 1840 y 1843 y figura decisiva en el siglo XIX español. Tan decisiva que en 1868 los sublevados de la revolución autodenominada “gloriosa” le ofrecieron la corona de España, que el general, ya anciano, rechazó.
Manchego de Carántula de Calatrava, donde había nacido en 1793, Espartero será el prototipo de “espadón” de la España decimonónica: militar de profesión, liberal de convicción, probablemente masón (varias fuentes lo señalan como iniciado durante su estancia en América) y con permanentes incursiones en la vida política. Espartero iba para clérigo, pero bien pronto las circunstancias le apartaron del camino: el levantamiento contra los franceses en 1808 le metió en la vida militar. De uniforme conoció las amarguras de aquella guerra; también las convulsiones políticas de las Cortes de Cádiz. Como tenía estudios universitarios, fue promovido a oficial. Terminada la guerra contra el francés, en 1814 pasó a las Indias con grado de teniente para combatir los levantamientos independentistas. Fue una guerra compleja, marcada por las divisiones políticas entre la propia oficialidad española: liberales contra absolutistas. En todo caso, allí Espartero se cubrió de gloria: en 1823 ya era brigadier, empleo intermedio entre coronel y general.
La guerra con los independentistas de América se perdió, pero España andaba metida en sus propias guerras: la gran oposición entre liberales y tradicionales que ocupará todo el siglo XIX y cuyo exponente más encarnizado fueron las guerras carlistas. Fue en la primera de ellas donde Espartero, liberal, isabelino, se encumbró como un héroe popular gracias tanto a sus éxitos en el campo de batalla como a las simpatías que despertaba entre la opinión liberal, sobre todo en las clases urbanas. Su éxito venía a coincidir con el desplome de la regencia de María Cristina, acosada por la agitación liberal. En medio del caos general, la figura de Espartero aparecía como la del caudillo popular por excelencia. Y para él fue la regencia, que desempeñó entre 1840 y 1843. Sus frecuentes accesos de cólera le empujaron a decisiones tan drásticas como la violenta represión del levantamiento de O’Donnell en 1841 o los bombardeos de Barcelona en 1842 y Sevilla en 1843. Fue desalojado del poder en aquel año y conoció el exilio, pero su prestigio de caudillo entre las clases populares no menguó, al revés: cuando la tortilla se dio la vuelta, en 1854, regresó en olor de multitud para presidir el consejo de ministros una vez más. Fue el llamado “bienio progresista”. Tras esa experiencia, se retiró definitivamente, aunque su figura siguió siendo un referente para la clase política liberal española.
Otros hechos:
1562: Se abre la tercera convocatoria del Concilio de Trento, dominada por los españoles Domingo de Soto, Diego Laínez y Melchor Cano, entre otros.
1601: Nace en Belmonte de Zaragoza el filósofo Baltasar Gracián.