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Editorial. El escote

Editorial. El escote
"La hija todavía pilla una gripe. ¿Has visto el escote que lleva?" Marcelo Rebelo de Sousa sobre el escote de una compatriota en Canadá | Twitter

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El escote y el resfriado

No lo digas, no pienses, no las mires. El feminismo hegemónico está peligrosamente obsesionado con el sexo, y se ha hecho ya totalitario. Hemos pasado en un abrir y cerrar de ojos de la liberación sexual a la inquisición sexual, y de la voladura de todo los tabúes a la caza de brujas.

Simultáneamente, mientras se incita a la amputación de los penes de los adolescentes y a las hormonaciones cruzadas para que se animen y prueben con el “cambio de sexo” (vano empeño y mentira totalitaria ), se pone en marcha por doquier una máquina de represión infamante que alcanza incluso a un presidente de República, en este caso de Portugal, por comentar la evidentísima generosidad de un bello escote. Al parecer su delito consiste ¡oh gran pecado! en haber dicho, ante el escote de una chica, que iba a coger un resfriado.

Pues bien:

1º.- Es verdad que la chica llevaba un imponente escote.

2º.- Lo del “resfriado” es un dicho bastante antiguo y común, sin que hasta ahora nadie hubiera objetado nada al respecto.

3º.- Quizás la pretensión de estos ridículos totalitarios sea barrer del diccionario todas las palabras y expresiones consideradas “machistas”.

4º.- No hay quien las soporte.

5º.- Los hombres nos hemos convertido, objetivamente, en piezas a batir. El mundo ultraortodoxo de la izquierda espera, como en el puesto de una montería, a que pasemos por delante para ser abatidos con el fuego cruzado de la fusilería progre. Quieren vernos caer –ese es el nuevo deporte- con los ojos atónitos y en blanco. Cuidado, pues, con lo que se comenta, se escribe o se piensa.

6º.- Vivimos –padecemos- la ridícula dictadura de un puritanismo ideológico completamente irracional para el que lo intolerable, lo grave es mirar un escote y hacer un comentario, mientras se corrompe impunemente a miles de niños en centenares de escuelas a las que acuden legiones de depravados y desaprensivos que les hablan de la masturbación, las relaciones sexuales o la ideología queer.

 Y 7º.- Si hay optar entre volverse loco y coger un resfriado, me quedo con el escote. Palabra de honor.

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