La mujer del presidente debe de tener las respuestas
En el mejor de los casos, Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, estaba siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado. Lo mejor que se puede decir de ella es que fue de una imprudencia sideral y que faltó a la ética y a la estética más elementales.
Eso, si el lector quiere ponerse en el mejor de los casos. Si prefiere ponerse en lo peor, entonces es posible que, dada su falta de aforamiento, se tenga que enfrentar más pronto que tarde a alguna denuncia o querella ante los tribunales ordinarios.
Lo que se puede afirmar en todo caso es que, sin lugar a dudas, una primera dama no debe tener relaciones comerciales con una compañía que, como Air Europa, va a recibir un rescate de 1.100 millones de euros por parte del gobierno presidido por su marido. El conflicto de interés salta a la vista.
Begoña Gómez contactó, según informa un medio de comunicación, con una filial de Globalia, Wakalua, que solo tenía un trabajador en nómina, para montar una plataforma tecnológica para hacer seguimiento de los posibles contagiados por Covid19.
¿Qué pintaba la mujer de Sánchez, sin papel alguno en los comités de seguimiento del Covid19, buscando una plataforma tecnológica para hacer seguimiento de los contagios? ¿A costa de quien quería hacer negocio?
Begoña Gómez tuvo una estrecha y frecuente relación comercial con la persona que llevaba Wakalua, Leticia Lauffer, según esta ha reconocido en declaraciones a medios de comunicación.
¿Qué negocios hacía Begoña con Golbalia? ¿Dónde están los contratos, acuerdos o proyectos entre las partes? ¿Podrá alguien llegar a afirmar en algún momento que Lauffer se convirtió en la conseguidora de Begoña y Begoña en la de Air Europa?
¿Qué pintaba Wakalua-Globalia-Air Europa patrocinando el IE África Center de Begoña Gómez?
¿Para que se reunió en dos ocasiones la mujer del presidente del Gobierno con Air Europa, en el momento en que se estaba negociando el multimillonario rescate que iba a ser decretado por el gobierno presidido por su marido, Pedro Sánchez? ¿Por qué se reunió en secreto?
¿Qué pintaba reuniéndose con el comisionista de las mascarillas, Víctor Aldama, propietario del célebre Ferrari Portofino, que además recibió el encargo de lograr que el régimen chavista de Venezuela pagara a Air Europa una deuda de 200 millones de dólares, y que acudió con Koldo y Ábalos a recoger las maletas de Delcy?
¿Cómo es posible que mantuviera Begoña Gómez una relación directa y recurrente con el presidente de Air Europa, cuya compañía además iba a ser contratada para el transporte de mascarillas?
¿Influyó Begoña Gómez para que la relación Gobierno-Air Europa “fluyera”?
¿”Engrasó” la maquinaria de la negociación? ¿Se aprovechó simplemente de ella? ¿Cuál fue su papel en todo este embrollo si es que tuvo alguno?
La mujer del presidente debe de tener todas las respuestas.