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 Editorial. Yolanda y el sufragador

 Editorial. Yolanda y el sufragador
Yolanda Díaz durante su intervención en el acto ‘La España que merecemos’ este domingo en Madrid. EFE/Víctor Lerena

Perdónales, Señor, porque no saben lo que dicen

Da lo mismo. No importa. Es igual lo que digan o las palabras que empleen. Muchos políticos te han perdido por completo el respeto. Ellos piensan que tú estás ahí, indolente, pasivo, viendo el televisor, escuchando la radio, mientras te dicen cosas que nada significan y que además te adocenan. Se ha reducido tanto el mensaje político que lo que vale –piensan- no es el contenido sino el continente (McLuhan anticipó la barbarie con aquello de que el medio es el mensaje).

Una rubia impostada, con gran fondo de armario y alta frecuencia de peluquería, disfrazada de cariátide o de maniquí de escapare provinciano (triste país que pasa de las tertulias de los casinos a los escaparates)  se te mete en el salón de tu casa y se sienta a tu lado, te habla como si fueras tonto, con voz amable y lenta, jugando a la empatía de enfermera o psicóloga, y te dice “fulanito de tal (no importa el nombre) va a sufragar a SUMAR en los debates”.  Y tú no entiendes nada, o lo entiendes todo mal, pero da lo mismo porque ya nada importa, salvo la imagen, el gesto, la impostura.

Yolanda Díaz ha designado al número dos de Bellarra (que es la uno de Podemos y la cinco de la lista), un tal Nacho Álvarez, como portavoz económico de SUMAR (el 2 debe saber hacer operaciones aritméticas con la 1 que finalmente es la 5). No solo eso, el tal Álvarez, que según Yolanda, claro, es uno de los grandes economistas del país, será la persona “que pase a sufragar los debates económicos de SUMAR”. 

Sufragar, en esa frase, no significa nada. Sufragar es pagar. ¿Se refiere Yolanda a que el tal Álvarez irá de debate en debate entregando parné a los demás candidatos, en renovada versión del “tamayazo”?  Seguramente no. Y entonces ¿por que no utilizar la palabra sufragista para el sufragador? Sufragista es, al menos, un paisano partidario del sufragio (quizás Álvarez lo sea) y sufragador el que pone el dinero. También Yolanda podría haber utilizado la palabra “sufragante”,  el que vota (se supone que Álvarez se votará a sí mismo). Es posible, también, que Díaz quisiera decir que un hombre con maletín acabará representando al partido de la aritmética en los debates televisivos, pero es bastante improbable.

Hay que seguir muy de cerca a Yolanda Díaz: nos dará días de gloria. Cuanto más hable, peor (o sea, mejor).

Mala cosa es un político que no sabe lo que dice.

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