La victoria de Milei traspasa las fronteras argentinas: es un punto de inflexión internacional
Lo que acaba de ponerse en marcha en Argentina tendrá sin duda una incidencia mucho más importante que la puramente nacional.
Con Milei ya al frente de la presidencia de la República, surge el triunfo un movimiento hispanoamericano (también español) de sustitución del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla, una respuesta –en el país más difícil, infiltrado y gangrenado por la mafia peronista kirchnerista- al experimento de la izquierda latinoamericana que ha arruinado económicamente el continente, ha empobrecido a su población, a desnaturalizado sus sociedades poniéndolas al servicio de códigos anglosajones woks, ha vendido sus recursos naturales a China, ha establecido unos sus lazos económicos de servidumbre con los Ayatolás y ha significado un retroceso sin precedentes en los derechos y libertades de sus ciudadanos.
Milei viene a cambiar un país de arriba abajo. Su discurso de investidura no ha sido más que una descarnada declaración de la verdad a los argentinos: estamos arruinados; vamos a sufrir; hay futuro, y Argentina volverá a ser un país decente, próspero y libre. Algo así como el célebre “sangre, sudor y lágrimas” de Churchill con la promesa de una victoria final.
Milei sabe perfectamente que el peronismo va a sacar a sus huestes a la calle, que va a incendiar el país, que va a intentar poner a su gobierno contra las cuerdas. ¿Recuerdan el “rodea el Congreso” de Podemos”? Pues aquello se va a quedar en nada al lado de las imágenes que van a circular por los medios de montoneros incendiando Argentina. Milei No va a tener ni un mes de descanso. Sabe que todo lo que no haga en los primeros cien días no podrá hacerlo después, con el país en llamas. Y por eso ha entrado con urgencia en la gobernación del país.
Milei es la esperanza blanca de la derecha, y no necesariamente como modelo o como arquetipo, sino como ariete para derrotara a la izquierda internacional: Argentina ya ha caído; en Chile han fracasado y Boric está plegando velas; Perú detuvo el golpe de estado de los bolivarianos. Venezuela está ya en estado terminal y Petro es el presidente más cuestionado en la historia de Colombia. La victoria de Milei es esencial en ese tablero mundial.
Sánchez no le ha felicitado porque sabe que la victoria de Milei es su derrota.
Y por cierto, hay imágenes que valen más que miles de palabras: el rey Felipe VI –al que el nuevo presidente argentino trató con toda consideración y cariño- estaba distendido, sonriente, divertido, feliz en la toma de posesión de Milei. Y Cristina Fernández de Kirchner, con gesto vengativo, desatada y nerviosa, no paró durante toda la ceremonia de hacer muecas, interrumpir a todos para decir chorradas -las manos en los bolsillos, bamboleándose- hacer la peineta al adversario, mientras la historia se la hacía a ella y ponía punto y final a su presencia pública. Al fin.