A las cinco de la tarde, Pedro Sánchez no había comido. Pero había hablado. Y eso, según él mismo, es importante. Aunque para muchos, lo verdaderamente importante sería que respondiera con algo más que palabras al escándalo que rodea a su partido. No fue el caso. El presidente del Gobierno compareció, sí, pero no para anunciar una cuestión de confianza, ni elecciones anticipadas, ni mucho menos asumir responsabilidades. Compareció para ratificar lo que ya se sabía: que no se va. Que no se mueve. Que no dimite. Ni siquiera pestañea. La cita con la prensa se esperaba a la una. Se produjo pasadas las cuatro. En política, como en los trenes, los retrasos pueden tener consecuencias. O no. Depende de si el que llega tarde es el conductor del tren. Pedro Sánchez se presentó con gesto serio, con tono grave, y con mensaje claro: él no tiene nada que ver con lo que hacen los suyos. Los suyos, que por cierto, son sus secretarios de organización. Los que nombró él. ✔ Toda la actualidad nacional e internacional contada desde un punto de vista políticamente incorrecto, aquí: www.eltorotv.com
