Los laboristas celebraron la semana pasada su congreso anual que debía haber sido un evento triunfalista si no fuera por el reciente escándalo de regalos no declarados recibidos por la cúpula del gobierno y por la impopularidad de medidas como la supresión de la ayuda energética a 10 millones de pensionistas. En menos de 100 días, la popularidad del primer ministro se ha hundido.
