13 de mayo de 1570. La guerra morisca y La Paz de las Alpujarras
Tal día como hoy, 13 de mayo de 1570, la Paz de las Alpujarras ponía fin a la crudelísima guerra morisca, la sublevación de los musulmanes bajo el reinado de Felipe II.
La reconquista había dejado gran cantidad de mudéjares conversos en el sur y el este del país: unos 275.000 para una población española de en torno a siete millones. Teóricamente se habían convertido al cristianismo, pero conservaban todos los rasgos de la cultura árabe: vestimentas, ritos, escritura, lengua y, en muchos casos, también la religión. El poder les había dejado en paz porque trabajaban en el campo, eran la base del sistema señorial en el sur y ellos mismos, los moriscos, tributaban periódicamente a la corona sustanciosos donativos. Así, a lo largo del siglo XVI, los moriscos conformarán una comunidad étnica singular, formalmente cristiana, pero de cultura musulmana y separada del resto del país.
En época de Felipe II, la cuestión morisca se convirtió en un problema político: el poder otomano se extendía al Mediterráneo occidental, los piratas berberiscos asolaban las costas y el Rey temía que los musulmanes intentaran una nueva invasión. ¿En quién podrían apoyarse los invasores? En los moriscos, claro. Y había razones para la desconfianza. Las Alpujarras de Granada, zona mayoritariamente morisca, eran ya un permanente escenario de conflicto. Todo empezó con bandas de salteadores que atacaban las posesiones de los cristianos viejos y asesinaban a los colonos. Felipe II, en respuesta, decidió prohibir las manifestaciones externas de la cultura musulmana: la lengua árabe, los atuendos, las ceremonias… Así comenzó la rebelión de las Alpujarras.
Fue un auténtico levantamiento político y militar. Los moriscos eligieron rey: Fernando de Córdoba y Válor, descendiente de la familia califal, que recuperó su nombre árabe de Abén Omeya (Abén Humeya, le llaman las crónicas). La sublevación tuvo apoyo económico desde Argelia y ayuda berebere y turca. Corrió como la pólvora por todas las zonas de mayoría musulmana. En 1569 los sublevados eran 4.000; al año siguiente ya eran 25.000. A Felipe II le sorprendió con todos sus ejércitos en Flandes. La población cristiana, indefensa, fue masacrada en terribles condiciones. La misma crueldad, por cierto, emplearon los moriscos contra sí mismos: su líder, Abén Omeya murió apuñalado por sus propios hombres. Le sustituirá su primo, Abén Abú, que correrá idéntica suerte.
Para entonces los españoles ya habían podido reunir un fuerte contingente de tercios traídos de Flandes y Levante capitaneados nada menos que por Don Juan de Austria, el hermanastro del rey, que fue implacable: pasó a la ofensiva, tomó ciudades, trató al enemigo con enorme violencia. Consiguió su propósito, que era descorazonar a los moriscos, desacreditar a sus jefes y forzarles a pactar una paz. Es mayo de 1570 cuando El Habaqui, el principal líder rebelde, se rinde. La presencia morisca no duraría mucho más.
Otros hechos:
1938: El Gobierno de Franco, dentro de la política social falangista, crea la Magistratura de Trabajo para regular las relaciones laborales.