Tal día como hoy, 2 de septiembre de 1125, el rey de Aragón y Pamplona Alfonso I el Batallador partía en cruzada hacia el Reino de Granada para liberar a los mozárabes que le había pedido auxilio. Fue una de las aventuras más portentosas de la Reconquista.
Los mozárabes, la población cristiana bajo dominio musulmán, estaba sufriendo en aquel momento una intensa represión por la intolerancia almorávide. Tan desesperada era su situación que los mozárabes de Granada escribieron al rey de Aragón y Pamplona, Alfonso el Batallador, la primera espada de la cristiandad. La propuesta era sugestiva: llegar hasta Granada, derrotar a los almorávides, desmantelar el poder musulmán en la región y emplazar en su lugar un principado cristiano; un principado donde los musulmanes podrían seguir viviendo conforme a sus creencias, como en la Zaragoza conquistada por el propio Alfonso, pero cuyo territorio ya no estaría en el haber de la media luna, sino en el de la Cruz. Los mozárabes granadinos –decían los peticionarios- movilizarían a sus propias fuerzas para hacer posible la conquista.
El rey planificó cuidadosamente la expedición. Llamó a sus gentes: de Navarra, de la Rioja, de todo el territorio aragonés, pero también sus habituales compañeros del sur de Francia. Alineó a casi cinco mil caballeros y unos quince mil infantes. A todos les hizo jurar por el Evangelio. Entre otras cosas, los soldados de Alfonso juraron que nadie abandonaría a su compañero. Y el 2 de septiembre de 1125 el enorme contingente cruzado partió hacia la mayor aventura jamás emprendida por el Reino de Aragón.
El Batallador, que todo lo hacía a lo grande, no marchó directamente sobre Granada, sino que dio un largo rodeo redimiendo mozárabes por territorios de Valencia, Alicante, Murcia y Almería. Finalmente, el 7 de enero de 1126 Alfonso el Batallador está delante de Granada. Allí se encontrará con que los granadinos habían exagerado mucho sus propias capacidades. Nadie ayuda al rey, pero Alfonso no cede: aun aislado en territorio moro, se enfrenta a cuantas mesnadas le salen al paso y las derrota sin ambages. Como signo de su victoria, llega al Mediterráneo en Vélez-Málaga y pisa las aguas. Y completado el trabajo, el ejército de Aragón, con un séquito interminable de paisanos redimidos en tierra enemiga, pone rumbo de nuevo al norte. Llegó a casa en junio de 1126.
El rey cruzado volverá de esta expedición con un amplio contingente de cristianos andalusíes –diez mil, dicen las crónicas- que repoblarán de inmediato las tierras recién conquistadas en Zaragoza. Fue la expedición más asombrosa de toda la Reconquista.
Otros hechos:
974: El conde de Castilla García Fernández, hijo de Fernán González, ataca las posiciones musulmanas en Soria y Guadalajara.
1891: Nace en Barcelona el editor Santiago Salvat España, cuyos apellidos lo dicen todo.